¿Qué está pasado?, pregunte a la nada. ¿Qué significaba eso que había dicho esa mujer?, ¿dos hombre?, ¿dos esposos?, ¿más hijos?, madre... madre, ¿dónde estás?, ¿dónde estás?, ya no quiero estar aquí, ven a buscarme, ven a por mi por favor.
-Quiero que vengan y firmen aquí, es su papel de casamiento, después de firmar esto, serán oficialmente esposas. Le van a pasar un papel con su nombre, y van a escribir eso mismo en el otro más grande, en donde hay un espacio vacío.- dijo la mujer,- ¡No quiero ningún tipo de error!- no quería ir, quiero a madre.
Camine como las demás chica, estaba siendo guiada por un instinto que ni mío era, no quiero nada, no deseo nada, quiero volver a casa, solo eso. Me pare frente a una mesa, había un palito blanco, con cosas que sobresalían de el y tenía algo negro abajo, y también había dos papeles, con cosas muy extrañas, la mujer se acercó a mi y me dijo cosas que no quiero recordar, pero que en su momento hice, firme ese papel, y me condene a la peor de las torturas. Lo sabía, lo sentía.
Nos hablo de más cosa, de cómo tratar a un hombre, de lo que le gusta, de lo que no, hablo de nuestros esposos, de cada uno de ellos, de lo que comen, y de lo que no, de cómo portarnos y como no, hablo de cosas que no entendí, no entendía sus palabras, y también hizo más cosa, y volvieron a llevarnos a esa habitación de torturas, la mujer del vestido crema me corto el cabello, como dijo la mujer, -Es para demostrar que ya están casadas.- me puso un vestido menos ajustado, puso cosas en mi cara, y me puso algo que olía súper rico, no llore, ya no, solo quería despertar en los brazos de madre.
-Tienes que tener mucha fuerza niña, te toco la peor parte.- dijo la mujer, y sonreí, como madre siempre decía, "sonríe aunque quieras llorar".- Ya sabes, pórtate bien, y complácelos en todo lo que pidan, solo así te irá bien.- asentí con una sonrisa cerrada hacia ella, y me pregunte si no me darían mi vestido y mi collar, los quería conmigo, era mi único recuerdo que tenía de madre, solo eso, y no quería olvidarla, no puedo olvidarla.
Se puso detrás de mi y puso algo en mis ojos, y la puerta se abrió, y... y escuché su voz, la voz de ese señor que no salía de mi cabeza. Madre... madre, ¿dónde estás?, las voces se escuchan lejos, y era difícil entender lo que decían, pero habían más voces, de hombres, todas de hombres. Y por más que abría los ojos, lo que tenía me impedía ver.
¿Tenía miedo? Si, tenía mucho miedo. Madre...
Sentí como la mujer me tomó de mano y me llevo a un lugar, donde las voces se escuchan más, aún más, pero me hice oídos sordo, no quería escuchar lo que decían, no quería escuchar nada. Dejamos de caminar y escuché cosas moviéndose, y más voces muchas voces, sentí personas a mi alrededor, muy cerca de mi, mi corazón se movía más rápido dentro de mi, todo me daba miedo, pero no quería llorar, no quería. Cuando hubo silencio escuché un "sonríe", en mi oído, y mi espalda entera tembló, porque esa voz, no era de la mujer, claro que no lo era. Sonreí, y al momento sentí algo cegador en los ojos, una luz muy fuerte, ¿de dónde provenía?, una mano apretando mi cintura me asusto, y volví a escuchar un "sonríe otra vez, princesa", en mi oído, y esa voz no era la de ese señor, era... era de otro.
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El pecado de ser mujer.
Ficción histórica-Madre, ¿por qué ellos si pueden salir y yo no?, ¿por qué nosotras no?- susurré mientras escuchaba el sonido que siempre sonaba cuando "ellos" salían, salían por esa... ¿esa? ¿Por dónde ellos salían?, y... ¿a dónde iban?, ¿qué era eso?, era un miste...