Capítulo XXV: Señor de los Vampiros

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11 de Mitad de Año, año 202 de la Cuarta Era.

Pasaron tres días para que el efecto de la enfermedad conocida como Vampirismo hiciera efecto en el cuerpo.

Una vez que Harkon había clavado sus dos afilados colmillos en Corin, este cayó tumbado en el suelo en un estado de letargo. El Señor de la corte instó a sus subordinados que lo pusieran en donde normalmente descansan los vampiros, un ataúd.

El mismo ataúd fue llevado a una habitación de Harkon donde tenía levantado un santuario al padre y creador de los vampiros, Molag Bal.

Mientras esperaban que el nuevo integrante de la corte se despertara, todos volvieron a sus actividades, aunque ya esperaban las nuevas órdenes de su señor ahora que finalmente habían regresado Serana y el Pergamino Antiguo.

Por su parte dentro del ataúd, la transformación de Corin estaba a punto de completarse, ya estaba a nada de su nuevo despertar como ser de la noche.

Los tres días que pasó dentro del ataúd, Corin pasó por varios sueños que lo estaban llevando a acoplarse a su nueva naturaleza.

En unos de sus sueños, vio a alguien que dormía tranquilamente en su cama, cuando una sombría y demacrada silueta entró sigilosamente en la habitación. Acercándose a la cama, la figura se inclinó e inca sus colmillos sobre la persona que dormía.

Momentos después, la pálida figura se levanta, con sangre chorreando por su barbilla. La cara del vampiro recuperó un tono más humano, sus facciones se recuperan, pero reconocía esa cara pálida, era el propio Corin.

Ese sueño en especial se hacía más vivido cada vez. Hasta que finalmente Corin abrió los ojos. Pero claro estaba dentro de un ataúd por lo que estaba oscuro, pero por alguna razón no encontró el estar encerrado sofocante, al contrario lo encontró agradable.

Además, no es que estuviera oscuro en realidad, debido a su transformación ahora podía ver en la oscuridad como si fuera de día, gracias a eso sabía que estaba dentro de un ataúd.

Corin sintió los movimientos de su cuerpo, no era como lo recordaba pero sin duda se sentía de cierta forma diferente. Movió sus brazos y finalmente abrió el ataúd.

Se sentó en el ataúd que se encontraba puesto sobre el suelo y examinó el lugar, ya no estaba en el gran comedor que era lo último que recordaba hasta que el monstruo de Harkon lo envolvió y le clavó los colmillos.

Ahora esta habitación estaba si bien con el mismo aspecto lúgubre y aterrador que se esperaría de una guarida de vampiros, se sentía un poco más como un lugar de adoración, porque en efecto así era.

Aunque el hecho de que los adornos que tenía no era lo que uno esperaría, había montones de huesos, calaveras apiladas en ciertos rincones. También las míticas gárgolas que parecían que en cualquier momento se levantarían.

Corin barrió su mirada por toda la amplia habitación hasta que una voz lo llamó...

Harkon: Ah, al fin has despertado.

Cerca de un monumento se encontraba Harkon de pie, ya no estaba en su forma de monstruo. Finalmente después de terminar de salir del ataúd, Corin se acercó a él.

Corin: ¿Qué fue lo que ocurrió?

Harkon: Mi sangre es poderosa. Al principio el cuerpo se siente abrumado por ello.

Él tenía razón, mientras se acercaba Corin no sentía su cuerpo bien del todo, pero con el pasar de los minutos la sensación extraña iba desapareciendo.

TES V Skyrim: El Sangre de Dragón - DawnguardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora