4: México se va del mundial

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—Ven, siéntate... —«Algo anda mal» Pensaba en medio del jugueteo

—No... —musitó Messi un tanto confundido y no tan seguro de lo que iba a comenzar a decir. Ochoa por otro lado, levantó una ceja sorprendido, pues pensó que este tipo de cosas le gustarían al argentino, pero tal parecía todo lo contrario.

—¿Qué? Siéntate —espetó el de rizos tomando una postura un tanto defensiva.

—No.

—Entonces ven aquí y me siento yo en ti.

—¡No! Estás molesto —afirma ladeando la cabeza y frunciendo el ceño averiguando si su acusación es verdadera—. ¿Es porque crees que soy un cualquiera? ¿O por qué aún estás dudando de mí por lo de Tata? Las expresiones que hacés me hacen sentir incómodo porque parece como si me odiaras.

El mexicano se encontraba confundido, a pesar de que aún tenía esos sentimientos negativos acerca de ambos temas, no era algo que quería hablar en esos momentos.

—¿Ahora quieres hablar de eso? Estoy molesto, pero ahora se supone que...

—¿Por qué soy un cualquiera o porque me vendí? —se apresura a contestar.

El ambiente ya era tenso, y Lionel no se sentía del todo bien, la culpabilidad de aquella acción con el director técnico de la selección mexicana le causaba un estruendo en el estomago, como si hubiera traicionado a Guillermo aún cuando lo hizo todo antes de su primer encuentro cercano.

—Me sorprende que te hayas besado con Hirving y lo otro... No puedo culparte, sé que no fue el mejor momento pero no puedo dejarlo de lado. Todos me lo ocultaron y a base de dinero ustedes ganaron... Tú ganaste —Messi tragó saliva, intentando acallar las lágrimas que querían salir, porque era cierto, había hecho algo malo y no se dio cuenta de ello hasta estar con el portero.

—Sabés... que aún sin el dinero hubiéramos ganado —escupe de una manera triste esperando que Ochoa comience a gritar, pero no lo hace, solo se queda callado decepcionado para después musitar:

—Si, ¿verdad? Jamás podré con uno de los mejores jugadores de todo el mundo, que como si no fuera poco, no solo se vende, sino que también es un hombre arrogante —ahora, los dos habían atajado con sus sentimientos. Lo que parecía ir bien, ahora solo iba en decadencia.

—No lo decís en serio...

—¿Cómo no? Por alguien como tú engañé a mi esposa... Arruiné mi vida —exclama el guardameta con tono molesto, pero a la vez despedazado por dentro.

—No, no. Yo no te obligué a hacer esto, si en verdad no hubieras querido en el primero momento que me acerqué a vos, te hubieras ido. Vos lo arruinaste solo —había cambiado algo, algo que ya no era lindo y que, a pesar de seguir ambos completamente desnudos, solo podían verse con desdicha. Memo se enfureció, no pudo pensar con claridad que los dos eran responsables de los actos y las consecuencias, pero las palabras lo deshicieron, así que en una rabieta, se levanta del sofá y le pega un puñetazo medido a Lionel, quien en definitiva no se la veía venir. Lio se soba la cara, sintiendo el dolor del puño duro y grande del arquero quien, pronto se dio cuenta del error, se dio cuenta que en verdad lo había herido.

—No, no, Lio, lo siento. Perdón, yo... —Y como era de esperarse, Messi no podía dejar que lo lastimaran, así en un intento desesperado de ahora lastimar a Memo, le devolvió el puño limpio en la mejilla aún más fuerte, esta vez ya fuera de control, para después empujar al arquero con ambas manos a la pared y someterlo con fuerza tomando su cuello. Guillermo forcejeando fácilmente pudo quitárselo de encima, probando si este se calmaba, pero fue tras su cuello otra vez.

Las metidas del mundial // Messi x OchoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora