Capitulo 30

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—La cena ya está lista —aviso a los dos hombres sentados frente al inmenso televisor

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—La cena ya está lista —aviso a los dos hombres sentados frente al inmenso televisor.

—Un minuto —piden al unísono, manteniendo su vista fija en el partido de futbol.

Regreso junto a las chicas, tocando la tela del vestido, quejándome de lo ajustado que esta.

—¿Qué sucede? —cuestiona Coraline, robando un bocadillo.

—Está muy ajustado el vestido —me quejo, hago una mueca.

—Debiste probártelo antes —se burla.

—¡Lo hice! —exploto.

—¿Cuándo fue tu ultima menstruación? —averigua Emma.

Pienso en un día exacto, pero nada viene a mi memoria.

—En realidad, no lo recuerdo, pero no soy regular, hay ocasiones donde tardo meses —explico.

—Claro.

Tomo asiento en el comedor.

—¿Qué? —entrecierro los ojos.

—Nada —se encoge de hombros.

Me giro para ver a Coraline, en busca de respuestas, sin embargo, ella también se rehúsa a dar alguna explicación.

—Bien, si nadie lo dice, yo lo haré —declara Danna, aun bajo los últimos efectos de las drogas.

—Danna —le advierte Emma.

—No —la detengo—, adelante, dilo —cruzo una pierna sobre la otra, prestándole toda mi atención a Danna.

—Engordaste un poco —suelta.

—Gracias, es lo que toda mujer desea escuchar —digo a la defensiva.

—No es eso —la defiende Emma—, es solo que...

La oración a medias solo me irrita más, aprieto mis manos sobre mi regazo.

—¿Estas segura de que no te encuentras en cinta? —pregunta Coraline, siendo valiente.

Quiero hacerlo, decir la simple palabra que terminará con las sospechas.

—¡No! —gritan Nick y Erick desde la sala.

—Es hora de cenar —me levanto de mi lugar.

—Afrodita —habla Coraline, intentando remediar las cosas.

—Es hora de cenar —repito.

Termino de apilar las piezas de pan sobre el recipiente de cristal.

—Ese no es un recipiente para el pan —recrimina Emma, refunfuñando.

—No me molestes —gruño.

—Hola, cariño —saluda Nick, repitiendo la misma acción de antes.

El beso en mi mejilla disipa mi mal humor, brindándome la paz necesaria para tranquilizarme.

30 años, ¿Y qué? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora