‹ 𝖮9 : 𝖧𝖾 𝗐𝖺𝗅𝗄𝖾𝖽 𝖻𝖾𝗍𝗐𝖾𝖾𝗇 𝗅𝖺𝗎𝗀𝗁𝗌 ›

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Desde que había comenzado las clases, su madre lo llevaba y recogía de esta todos los días sin faltas, porque : 1) estaba libre y le gustaba ir por él, y 2) porque sabía que Jeongin aún no estaba muy familiarizado con las calles, y prefería mil ve...

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Desde que había comenzado las clases, su madre lo llevaba y recogía de esta todos los días sin faltas, porque : 1) estaba libre y le gustaba ir por él, y 2) porque sabía que Jeongin aún no estaba muy familiarizado con las calles, y prefería mil veces ir por él que dejarlo solo.

Pero cuando una llamada del trabajo llega indicándole que debía ir por unos problemas, justo en el horario que Jeongin salía de clases, no tuvo otra opción que ir corriendo hacia su trabajo.

Jeongin la tranquilizó por llamada, explicándole que podría llegar fácilmente, de tantas veces de ir en auto se acordaba del camino. Aún así, su madre le pregunto varias veces si estaba seguro, porque si no podría llamar a un taxi, pero su hijo le dijo que estaba todo bien, total, no era tan lejos.

Cuando Jeongin corto la llamada, despidiéndose de su mayor, miro hacia todos lados, dándose cuenta que ya quedaban un pocos adolescente afuera de la escuela, porque mayormente todos ya habían emprendido viaje a sus hogares.

Dió un suspiro y guardo su celular, colocando sus manos en los bolsillos de su pantalón, y cruzo la calle, observando los dos lados antes de cruzar.

Si bien, le había dicho a su madre que sabía el camino, la verdad era que aún seguía dudando. Y es que, si lo recordaba, pero aún no se acostumbraba a las calles, y para no preocupar a la mujer, la había convencido con esas palabras.

El sol ya estaba desaparecieron para las siete de la tarde, aún calculando como Jeongin creía, le faltaría seis cuadras para llegar a su vecindario. ¿Cómo llegaría? No lo sabía, pero solo seis calles para su casita.

Miro como las personas se divertían en una pequeña plaza que estaba cerca de la escuela, distrayendosé un poco. Sonrió al notar como un perro corría detrás de un frisbee que era tirado por su dueño.

Se concentro tanto en esa escena, que no se dió cuenta cuando alguien se poso a su lado. Cómo noto que Jeongin no lo observaba, se posicionó en frente, haciendo que el castaño choque contra su pecho y pare su caminar.

Jeongin, quien pensando que había chocado a una persona que se encontraba tranquilamente por la plaza, se iba a separar para pedir disculpas muy avergonzado, pero cuando levanta su mirada y se encontra con los ojos alegres de Hyunjin, dejos de lados esos pensamientos y queda estático en su lugar.

Con las manos en el pecho de Hyunjin, un leve sonrojo en sus mejillas, su boca entre abiertas y siendo abrazado por la cintura por parte del pelinegro, se sobresalto. ¡Dios, estaba tan avergonzado!

—¡Hola!

El castaño sale de su trance, y rápidamente se separa de Hyunjin, quien había saludado con todas las energías, sin darse cuenta que Jeongin estaba que se moría.

Jeongin intenta ignorar lo ocurrido y sonríe en pequeño—H-hola—su tartamudeo no ayudo mucho, pero al ver la gran sonrisa de Hyunjin solo lo olvido.

—Perdón por asustarte, no fue mi intención—murmuro su vecino algo avergonzado por asustar al castaño—aunque mi plan también era darte una sorpresa.

Jeongin intento reprimir su chillido de felicidad, y solo asiente, rascando un poco su nuca—Lo hiciste—al oir al pelinegro reír, soltó una leve carcajada, aún intentando entra en confianza.

—¿Vas solo?—pregunto el más alto, observando a los costados verificando que el chico se encuentre solo. Cuando resivio un asentamiento por parte del castaño, sonrió—Te acompaño, total vivimos al lado. Literalmente.

Jeongin no podría estar más que emocionado con esto, así que solo se acomodo su mochila, y asintió—Claro.

Los dos cruzaron la calle, oficialmente faltaban solo cinco cuadras para llegar a sus hogares. El silencio inundó entre ellos, haciendo que Jeongin se pusiera nervioso, ¡Debería decir al menos una palabra!

Cuando se decidió a hablar, el pelinegro se adelantó, aclarando su garganta y llevando su mirada a él—Así que, Jeongin, ¿Cómo llegaste a esta ciudad?—pregunto este, algo curioso—Claro si se puede saber.

—Oh, si—afirmo el castaño soltando una risa nerviosa, y comenzando a relatar—Bueno, mi madre consiguió trabajo aquí, además de que en el pueblo en dónde vivíamos no nos iba tan bien, así que decidimos venir aquí para cambiar eso—explico intentando no tartamudear en el proceso.

—Ohh, ¿Así que solo vives con tu madre?—Jeongin asintió, recibiendo una sonrisa sincera por parte del pelinegro—¿Y como te ha ido desde entonces?

—Por el momento bien, la casa es muy cómoda, y creo que de a poco me voy adaptando—murmuro algo inseguro—Aunque es algo difícil, allá tenía toda mi vida desde pequeño, y empezar de cero aquí es algo ...cansador—lo último lo dijo dudando, sacando una carcajada por parte de los dos.

—Te entiendo, hace cinco años llegué a este lugar, y estaba igual que tú—musito acomodando algunos de sus mechones pelinegros que caían en su frente—Mis padres son personas que trabajan mucho para mantener a la familia a flote, por lo tanto no fue sorpresa mudarnos a este lugar, ya que siempre nos encontrábamos de un lado al otro—comenzo a explicar de la nada, recibiendo toda la atención de Jeongin—Esta ciudad fue el récord.

El castaño observo una mueca algo decaída en su rostro, sabía que eso debió afectarlo mucho como para tener esa reacción. Intentando alivianar el momento, saco un paquete de ositos de gomas de su bolsillo, llamando la atención de este. Jeongin sin decir nada, extiende su mano con el paquete abierto hacia su vecino, quien al principio lo mira confundido, pero luego sonríe, recogiendo los dulces.

—¿Cuáles son tus colores de ositos favoritos?—pregunto el castaño, acomodando su mochila en el hombre, y cruzando la calle.

Hyunjin saco de la bolsita un osito verde, mostrándole a Jeongin—Los verdes, aunque todos me saben iguales, los de este color son mis preferidos.

El pelinegro extendió la bolsita hacia Jeongin, quien agarro algunos para luego meterse a la boca de una—Te entiendo, los verdes también son mis favoritos.

Hyunjin lo miro sorprendido y con emoción a la vez, dando leves saltos en su lugar. Jeongin no hizo más que sonreír, observándolo con ternura.

El pequeño transcurso que quedaba hasta sus hogares se basó en risas y preguntas para el otro, dándose el tiempo para conocerse más. No habían tomado noción del tiempo al observar sus hogares adelante, sintiéndose algo tristes por tener que separarse.

Aún así, Hyunjin se despidió con una sonrisa, diciéndole que la próxima vez que lo vea, le compraría unos dulces por las gomitas, recibiendo una carcajada tímida por parte de Jeongin.

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𝗣𝗛𝗢𝗧𝗢𝗚𝗥𝗔𝗣𝗛𝗦 - 𝗛𝘆𝘂𝗻𝗜𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora