Capítulo XX -. Mamá

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Deidara miró confundido a su hermana, pero ésta tampoco tenía ni una idea sobre lo que pasaba, ya que negaba cabeza cuando la miraba esperando una explicación.

—¿No te drogaste o bebiste hoy en la mañana...?

—Hablo en serio. Lo verás pronto. —sirvió los platillos y se puso a limpiar la cocina con dedicación.

—Uh... lo mejor será que me vaya ya a la escuela.

—¿Y vas a menospreciarlo así? —rió Kurotsuchi.

—Sí. —ignorando lo que dijo, se sentó de nuevo y empezó a comer.

Cosa de todos los días era todo el cariño que se daba la nueva parejita todos los días. Además de a Sasori, Itachi logró tener la confianza para decírselo a su familia, cosa que le agradaba bastante.

Para Deidara, Kitsuchi tenía algo muy extraño entre manos. Cada día seguía igual, hasta aquel otro, que fue diferente.

—Buenos días Deidara. —le dijo Kurotsuchi cuando bajó a la sala.

—Buenos días... —respondió adormilado seguido de un bostezo.

—No vayas a la escuela hoy. —le dijo su padre, que se encontraba en la cocina preparando el desayuno.

—¿Eh? —hizo un ligero sonido de confusión. Si había algo que no le gustaba a Kitsuchi era que Deidara faltase o le fuera mal en la escuela, pero había llevado todo ese comportamiento extraño tal vez a otro nivel.

—Lo que dije. No volverás a ahí.

—¿Por qué...?

—En unos días harás un examen de admisión a otra. Ya es oficial que no estás ahí.

—No sé si mi pregunta no fue clara —se encaminó a la cocina en busca de respuestas —. ¿Por qué otra? ¿No estás feliz con haberme cambiado una vez ya?

—Estaré feliz si ésto te pone feliz. Quería guardarlo para después, pero eres muy exigente —rió —. Volverás a donde estabas antes. Con Itachi, Sasori y esos.

—... —la sonrisa que rápidamente se formó en sus labios le fue imposible de ocultar. Aún si le seguía pareciendo extraño todo lo que hacía y decía, no podía evitar emocionarse por pensar volver con su mejor amigo y su nuevo novio —. ¿Cuál es la trampa? —se encerió derrepente.

—Eres muy serio.

—¿Con quién y por qué? —le reprochó con una ceja levantada.

El mayor soltó un suspiro y lo tomó del brazo, llevándolo lejos de ahí –más específicamente, a la habitación de su hijo mayor–.

—No entiendo nada. —dijo inexpresivo, ya que no sabía cómo sentirse; si bien, era lo que más deseaba después de que su padre empezó a mostrarse de tal forma, le confundía el hecho de que derrepente actuara así. Le parecía sospechoso. Demasiado.

—Necesito hablar contigo urgentemente. Es sobre todo lo que ha pasado.

—Prosigue. —la sorpresa repentina le hizo efecto, haciendo que respondiera casi de inmediato; por fin tendría una explicación.

—Después hablaré con Kurotsuchi, porque para ti es más importante. Voy a empezar con la historia de mi vida.

—Ésto va para largo... —se sentó en su cama acompañado por su padre.

—Hace muchos años, conocí a tu madre. Una bella jóven conocida por ello mismo. Me amó y yo a ella —suspiró decepcionado —. No tenía mucho deseo de ser madre, pero tampoco fuiste un error del todo. Ella te quiso en tus primeros años de vida al igual que yo. ¿Recuerdas cómo me reía de todas tus bromas y ella se enfadaba?

—Me pareció tan extraño que cambiaras...

—Éramos padres jóvenes y no teníamos mucha idea de cómo hacerlo bien. No solía interactuar con niños y sólo se enfadaba contigo, fue ahí cuando sacó su mal carácter, uno que descubrí después de tener una segunda hija... Con ella no era tanto, la costumbre fue contigo y ahí se quedó. Se fue cuando notó que eras insoportable.

—¿Y por qué te dejó a ti también...? —no superaba nada aún, seguía derramando lágrimas amargas cuando su padre mencionaba que era su culpa el abandono repentino.

—Porque yo tenía la "culpa". No tengo ni idea dónde esté, pero me hizo sentir horrible; fue ahí cuando yo empezé a... hablarte y enfadarme como ella lo hacía —bajó la cabeza decepcionado de sí mismo —. Un simple miedo a que sea yo quien cometa el error de malcriarte... Perdóname... Todo eso me presionó e hizo pensar que era la mejor manera cuando no era así. Nada enmendará todo el daño que te hice pero al menos quiero tu perdón...

—Yo... necesito pensar en todo ésto. —se paró y retrocedió un par de pasos.

—Bien. —se levantó también y abandonó la habitación.

—Bien... —respondió en un susurro mientras inconscientemente asentía con la cabeza. Tan pronto como el mayor cerró la puerta, Deidara se tiró a su cama. Recostándose, pensaba que tal vez podía procesar mejor todo, pero las horas pasaban y ésto no era así.

En un momento dado, Itachi había decidido visitarlo. Aunque Deidara no haya querido salir –sin saber quién era–, Kurotsuchi atendió la puerta.

—Hola. —le saludó amablemente el pelinegro.

—¿Qué haces aquí? —preguntó a pesar de la obviedad de la situación.

—Vine a visitar a tu hermano, ¿está?

—Sí, pasa. Está en su habitación, como siempre. —le sonrió con la mejillas ligeramente sonrojadas. Mentiría si dijera que el Uchiha no le parecía guapo; pero sabía que debía pasar eso de largo.

Haciéndole caso, Itachi se dirigió a la habitación y tocó un par de veces la puerta.

—No hay nadie... —dijo Deidara con el rostro escondido en su almohada.

—¿Nadie? Oh, qué mal. Yo buscaba a mi Dei pero tocará esperar a que vuelva. —dijo esbozando una pequeña sonrisa mientras fingía alejarse.

—¿Ita...? —se levantó con cuidado y abrió con cuidado la puerta para encontrarse con el mencionado frente a él. Sus ojos volvieron a mojarse y lo abrazó con fuerza mientras lo jalaba hacia dentro.

—¿Estás bien? —rápidamente se preocupó. Lo sostuvo en sus brazos mientras cerraba la puerta y el rubio sólo soltaba sollozos con palabras inentendibles.

—Fue... mi culpa...

—¿A qué te refieres? —dijo mientras acariciaba con cariño su cabello.

—Ella se fue... por mi culpa... —alcanzó a decir con dificultad aún entre lágrimas.

× ¡YO TAMBIÉN QUIERO! ×   [DEIITA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora