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Efectivamente, Sakura no estaba en casa cuando ambas llegaron. La parte difícil fue convencer a Tzuyu, porque salió de la pizzería dispuesta a tomar un camino distinto y cumplir la amenaza de comerse la pizza sola, incluso tuvo la delicadeza de dar media vuelta, abrir dramáticamente la caja y levantarle a Sana el dedo medio después de "sacarlo" de la caja. Sólo hubo que seguirla cuatro calles y cuando finalmente la alcanzó, le prometió que había algo para ella y debía acompañarla.
Así, llegaron a casa de la menor, con una pizza fría y una morocho confianzuda que apenas puso un pie dentro, se dirigió al refrigerador para buscar una cerveza.
─No hay, Tzuyu. ─ responde desde la sala Sana, a sabiendas de qué busca su amiga apenas escucha el ruido de la puerta ser abierta.─ No hubo ayer, no habrá hoy.
─ Debería, se supone que me conoces. ─ cierra la puerta sinceramente decepcionada, para salir a la sala donde Sana está sentada en el sofá.
El sofá.
─ Y también se supone que me importas, por eso no fomento tus vicios.
Tzuyu pone cara de asco. ─ Demonios, hablas como una madre, Minatozaki.
Sana sonríe, cruzando ambos pies bajo su trasero. ─ Me gusta pensar que muy dentro de ti, te gusta que me preocupe por ti.
─ Un poco, tal vez. ─ Tzuyu evade lo anterior dicho, porque le pone incómoda admitirlo y además, todavía no se acostumbra a eso de que le guste Sana de otra forma ─ ¿Vas a darme lo que sea que tienes para mi o me puedo ir?
─ Te lo daré, sí, pero antes quiero algo. ─ Sana palmea el reposabrazos del sofá.
─ No voy a sentarme ahí.
─ ¿Eh? ¿Qué tiene de malo?
Sana se suelta a reír con ganas, mientras Tzuyu se molesta más y más a cada segundo. Renuente, no se mueve de su sitio hasta que la menor se pone de pie, con las manos al cielo en señal de paz.
─ Vale, tú ganas. Siéntate. ─ Sana señala el sofá ahora vacío. ─ Tzuyu~... Confía en mí.
Tzuyu en serio trata de mantener la expresión estoica y firme pero Sana le pone esos ojos de cachorro, esa boquita en puchero y efectivamente, ella no es de hule, así que acepta y se deja caer al sofá de mala gana, con las piernas abiertas y los brazos cruzados. Sana sonríe victoriosa y se sienta junto a ella, con la peculiaridad de estar sobre las piernas de Tzuyu. La menor enrosca los brazos alrededor del cuello de la mayor, con esa dulce y bonita sonrisa todavía en el rostro. Tzuyu lleva ambas manos a la espalda de Sana, mirándola con detenimiento, sin esa expresión de molestia permanente que normalmente carga. Sus párpados relajados, sus ojos brillantes recorriendo las facciones de la menor y sus labios ligeramente curvados hacia arriba mientras pasa los dedos por la espalda baja de Sana.
La menor se encoge de hombros. ─ Esto es chantaje puro, te estoy secuestrando y no te has dado cuenta.
Tzuyu alza una ceja, una sonrisa divertida en su rostro. Sus dedos bajan un poco, delineando el interior de los muslos de Sana. ─ ¿Ah, sí? ─ La menor asiente con los ojos cerrados.─ Puedo levantarme y llevarte conmigo, y entonces, tu plan habría fallado rotundamente.