Capítulo 34

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Yo: ¿Estás...? ¿Intentando leer?

Culebra: No – dijo rápidamente –No, no, no, estoy... Estoy mirando los chistes, y lo de... ¿lo de los números, los que van en un cuadrado así? – dijo haciendo un cuadrado con las manos.

Yo: ¿Los sudokus?

Culebra: Eso. Bueno, que soy, soy un máquina que no veas.

Yo: Bueno, ¿y qué tal? ¿Estás mejorando con...? ¿Los sudokus? – le dije significativamente.


Él lo entendió. Y me sonrió un poco.


Culebra: Bueno, a mi ritmo, ya sabes.

Yo: Mhm – dije sonriendo – Bueno, pues nada, ya sabes que si necesitas ayuda...

Culebra: Si necesito ayuda se la pido a la empollona ¿no? – se paró junto a nuestra clase, pero sin entrar.

Yo: No, me la pides a mi, que para eso soy la única que te aguanta.

Culebra: ¿Y por qué me aguantas tanto? ¿Eh? – dijo mirándome.


Él lo sabia perfectamente, y aún había veces en las que me daba vergüenza admitirlo, por eso las luces empezaron a parpadear. Él sonrió, a lo que yo carraspeé la garganta y empecé a leer el periódico. Cada vez que leía más, más me iba faltando el aire. Culebra pareció notarlo.


Culebra: ¿Qué pasa reina? – dijo poniéndose a mi lado para ver el periódico.

Yo: Ha habido un accidente. En el autobús de mi antiguo colegio.

Culebra: Joder. ¿Y sabes si hay algún coleguita tuyo de clase dentro o algo?

Yo: No. Yo era el A. El herido es el B.

Culebra: Entonces no pasa nada ¿no?


Me quedé pensando, y lo miré.


Yo: Es el curso de mi prima.


Me puso una mano en el hombro y lo acarició, ambos volvimos a mirar el periódico, y contra más leía peor iban mi nervios y las luces. Hasta el punto en el que terminaron estallando. 


Sandra: ¡Como sea porque Culebra le esté haciendo algo, lo mato!


Levanté la cabeza y vi que hacia nosotros venían Sandra y Alex, se pararon los dos delante de nosotros, como si no acabáramos de oír eso que acababa de decir.


Sandra: ¿Qué ha pasado?


Me quedé callada mirando a Alex.


Alex: ¿T/n? – me miró preocupado.


Iba a responderle, pero no pude, solo podía pensar en si le había pasado algo a S/n. Culebra debió darse cuenta de que no tenía pensado hablar, porque habló él.


Culebra: Ha debido un accidente con el autobús de vuestro antiguo colegio.

Alex: Pero no pasa nada – al verme la cara frunció el ceño – ¿no?

Yo: Es la clase de S/n – dije finalmente.


La cara de Alex se fue descomponiendo poco a poco. Ambos teníamos una relación estrecha con ella, pero sobre todo yo. Era la que estaba conmigo tras todo el tema de mi padre. Por las noches me escapaba a su casa, por eso tenía la escalera aquella en mi cuarto. Me empecé a marear, así que me agarré a lo primero que vi, casualmente fue el brazo de Culebra, que me agarró por la cintura y me llevó a las mesas de la cafetería, seguido de los otros dos.

Suspendieron las clases por el incidente de las luces, así que volvimos a casa cuando me recuperé. Culebra y yo íbamos delante, él intentando tranquilizarme y yo pasando un poco de esa ayuda que me proporcionaba. Los demás supongo que estaban detrás, no lo sé. Nada más que llegamos a casa, subimos a la habitación y llamé al hospital que ponía en el periódico. Mientras yo daba vueltas por la habitación como una loca, Culebra estaba en medio mirándome, sin saber que hacer.


Yo: Me han dicho que los heridos están en este hospital. Yo solo quiero saber si S/n (Apellido) está ingresada ahí.

Recepcionista: Que no le puedo dar esa información.

Yo: Pero, si yo soy familiar suyo. Yo – me interrumpió.

Los protegidos y tú (Actualizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora