captítulo veintiséis

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El sorprendido por lo que acaba de decir, su rostro cambió al de uno de miedo, negando rápidamente tomando mis hombros sacudiéndome de adelante hacia atrás mareándome.

—Tengo que hacerlo Garu, ella es mi amiga, no le voy a mentir

Susurré siendo firme con mi decisión, aunque por dentro tenía miedo. Él respiró profundo cerrando los ojos, para luego mirarme y asintió.

—Yo también tengo miedo.

Susurré mirando sus labios, tratando de no pensar en algo más, pero tenía deseos de besarlo. Él al notar eso sonrió, para luego acercarme y besarme, sonreí en medio del beso correspondiéndole. A los 2 minutos se separó, abrí mis ojos, al verlo sonrojado reí y él me miró enojado.

—Es demasiado chistoso verte así, lo siento.

Rodó los ojos, despidiéndose, yo fui directamente a la casa de mi mejor amiga, en busca de opciones.

—No sé como le diré Ring Ring, en serio, me da mucho miedo.

Estaba boca abajo en su cama, con la cara pegada a la almohada.

—No lo sé __, hace tiempo pasó lo mismo conmigo y literalmente casi me manda a matar

Me dio un escalofrío pensarlo, definitivamente en este pueblo pasan cosas raras.

—Pero, ¿son novios, no?

Preguntó Dada, llegando con las tazas de café para ambas. Me senté en la cama, cruzando mis piernas tomando la bebida.

—No lo sé, supongo...

Absorví un poco de la bebida anteriormente dada. Hubo un silencio, todos estábamos sumidos en nuestros pensamientos.

—Sólo díselo, no hay otra manera...me acuerdo cuando Dada se disfrazó de él para acercarse a mí.

Reí quedándome sin aire, viendo como Dada se avergonzaba mirando a otro lado, tenía una mezcla de enojo y pena.

—Pensé que lo habías olvidado

Se paró de la cama, quedando al otro extremo. Volví a tomar la almohada y grité en esta, bueno, no había remedio, era hablarle directamente con el tema.

Salí de la casa de ella despidiéndome, Dada me sacó rápidamente de la casa, queriendo que me vaya lo más pronto posible.

—¿Me estás echando?

Dije ofendida por sus acciones, ¿por qué me estaba botando?

—No, sólo quiero que te vayas rápido.

Tocó mi cabeza dos veces, como si de una mascota se tratase, ya en la salida. Cuando iba a decir algo, me cerró la puerta en la cara, a lo que yo gruñí dándome la vuelta. 

Comencé a caminar, pensando en como todo había cambiado, en ese momento no sabía que es lo que me pasaba por la cabeza, sólo quería poder estar tranquila con él.

Entré al restaurente, y justo estaba Pucca. Tragué en seco y tomé su mano, ella volteó y sonrió abrazándome.

Esto me iba a doler demasiado.

—Hola Pucca, ¿podemos hablar un segundo?

Voto de silencio [Garu y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora