La nieve ese año había llegado tarde, y como todo aquello que tarda en llegar, lo hizo sin contemplaciones. Llena de prisa, cubrió con rapidez las calles y edificios bajo un manto de blanco impoluto. Los transeúntes acostumbrados al clima frío, paseaban con lentitud, uno entre todos ellos pasaría desapercibido sino fuera por su altura y gabardina negra.
Tenía prisa pero se rehusaba a mirar su reloj digital y agobiarse más. De por sí ese evento lo llenaba de reticencia, había buscado mil y un excusas para no ir, pero sus mismas ansias lo habían hecho hacer sus pendientes en el trabajo más rápido de los que quiso y a las 4 de la tarde ya estaba saliendo del edificio.
Era demasiado tiempo libre, su error fue llamarle a Matsumoto y Hoseok para verse y tomar un café mientras tanto. En su lugar, sus amigos lo llevaron a un salón a cortarse el cabello que tenía demasiado largo.
Cortarse el cabello para una cita a ciegas, sonaba ridículo a su edad.
Sabía que no era extraño que personas de su edad estuvieran solteras o que nunca hubieran tenido pareja. Había cosas más importantes, ¿entonces porque sus amigos lo obligaron a ir a una cita a ciegas? ¿cómo es que él accedió a algo tan... tonto?
Tal vez por simple curiosidad, por saber que tipo de personas recurrían a esas técnicas para emparejarse. Con una mueca de desagrado, pensó que no tendría que ser prejuicioso, tan solo hacía falta mirarse él mismo y darse cuenta que era un hombre en sus 30, adicto al trabajo y al arte.
De alguna forma, el tiempo se le escurrió de sus dedos, pues llegó pasada la hora en que iniciaba el evento. No acostumbraba a tales retardos, pero tampoco es que fuera la gran cosa, si tenía suerte encontraría a una mujer un poco interesante para matar el tiempo, luego al otro día le contaría a sus amigos lo horroroso que había sido y no les hablaría por una semana.
La entrada era sencilla, solo una puerta pequeña de madera y cristal dejaba ver el interior, lleno de mesas pequeñas con parejas sentadas de frente.
Abriendo la puerta, pasó al interior con vergüenza por llamar la atención. Una mujer en sus 40 lo recibió con una sonrisa amable, tomando su abrigo lo dejó en recepción y saludó de regreso.
"¿La nieve lo retrasó cierto?" Inició la mujer.
Namjoon no quería decir que fue su pesimismo y su distracción innata.
"Esta vez me confié." Aceptó con una mueca amable.
"No te apures, justo acabamos de organizar las mesas. Sígueme y te colocaré en tu asiento."
El moreno miró una vez más a las personas ahí sentadas, tan serias, como si se tratara de una especie de transacción ensayada. Con una mueca, esta vez verdadera, tuvo ganas de darse la vuelta y echar a correr.
Era muy tarde, ya había llegado a su mesa, que por suerte estaba vacía todavía. Con suerte, la mujer no se presentaría y tendría un motivo real para irse.
"Tu pareja asignada aun no llega, pero no te preocupes, nunca nadie se ha quedado solo." Trató de darle ánimos la mujer, lo que provocó la reacción contraria en el moreno.
Genial, entonces no había escapatoria.
"Muchas gracias." Namjoon hizo una pequeña reverencia ya sentado, con su suéter negro y de cuello alto se sentía un poco mas tranquilo. Al menos no se había puesto esa camisa azul que le compró Hoseok, con esa se habría visto ridículo.
La mujer se retiró y Namjoon tuvo tiempo de darle una mirada más contemplativa al lugar. Las luces eran cálidas y con un brillo bajo, la pintura del salón era borgoña, dándole un toque clásico con todo el mobiliario de madera oscura. No era un lugar feo ni mucho menos, sin embargo, la situación que lo traía ahí le quitaba el encanto.
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Tokyo || nammin||
FanfictionUna cita a ciegas en vísperas de navidad solo podría significar una cosa: soledad. Namjoon convencido por sus amigos, decide asistir a un evento para solteros y conocer mujeres en busca de una relación. El moreno acaba de cumplir 30 años, ha vivido...