Capítulo 2- Arrepentimientos

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Los chismes habían corrido por el mundo de la cultivación, y lo que todos suponían y la secta Lan intentaba ocultar, que Lan WangJi era, en efecto, el aliado del cultivador demoníaco Wei Wuxian, y que había tratado de salvarlo a pesar de que había causado la muerte de mucha gente inocente, se confirmó:

-¡Lan WangJi, el cultivador ejemplar, el hombre más recto y obediente de Gusu, traicionó a su secta! ¡Se fue hace tiempo de Descanso en las Nubes y nadie sabe su paradero!

-¡Seguro que también se transformó en cultivador demoníaco! ¡Ojalá haya recibido su justo castigo y esté muerto al igual que su cómplice!

***


Lan Qiren Y Lan XiChen estaban en el salón principal en Descanso en las Nubes, meditando. El mayor trataba de ignorar la creciente tensión de su sobrino.

Sabía que desde la desaparición de su hermano, XiChen ya no era el mismo, y a pesar de que jamás había dejado de cumplir sus deberes en la secta ni se había notado un cambio en su carácter, cada tanto el líder podía sentir sobre él la frialdad de su mirada.

-XiChen...

-¿Sí, tío?

-Hay algo que agita tu alma, ¿verdad?

La pregunta, dicha con total tranquilidad por el mayor, mientras lo observaba con atención, sorprendió a su sobrino:

-No entiendo, tío..., ¿por qué me preguntas eso? -respondió, tratando de calmarse-. ¿Por qué tendría que estar agitado?

El mayor suspiró:

-Desde que WangJi abrazó el cultivo demoníaco, tú...

-WangJi nunca haría eso... -lo interrumpió XiChen. Su mirada llena de reproches, ahora sí puesta sobre él sin ningún disimulo, no sorprendió al mayor.

Algo se estaba gestando en la mente de su otro sobrino: ya había perdido a WangJi, que había sido su orgullo y el mejor de sus discípulos, y ahora la amenaza volvía a flotar sobre su familia:

-WangJi nos abandonó, XiChen... Arrastró nuestro prestigio por el suelo... -dijo, tratando de contener su enojo-. ¿Acaso no has oído las historias que se cuentan sobre él? -Al recordar lo que había llegado a escuchar en uno de sus viajes, acerca del menor de sus sobrinos, exclamó-: ¡WangJi es igual a Wei Wuxian!

XiChen se levantó con lentitud, sin dejar de observar a su tío:

-WangJi no abrazó el cultivo demoníaco -le aseguró al mayor-. Él no es así; de eso estoy seguro. Me arrepiento de haberlo lastimado con mis decisiones. Eso es algo que no voy a perdonarme nunca... -Agitó las mangas de su túnica en un gesto brusco, y se dio vuelta para dirigirse a la salida.

Lan Qiren intentó detenerlo:

-¡Espera, XiChen! ¿Qué piensas hacer?

-Lo que debí hacer desde un principio: ir a buscarlo... -Sin escuchar las advertencias del mayor, unas horas después abandonó Descanso en las Nubes.

***

Sentado en una mesa apartada de una posada, y bebiendo una aromática taza de té, Nie Huaisang intentaba pasar desapercibido: desde la terrible muerte de su hermano, debida a una desviación del Qi durante un entrenamiento, se había transformado en el líder de su secta, Qinghe Nie. Desde ese momento, aparte de lidiar con su propio dolor, había tenido que hacerse cargo de una infinidad de tareas para las cuales no estaba preparado, y huyendo de ellas, solía refugiarse en ese apartado de la posada, oculto de las miradas ajenas.

Ese día había visto su pequeño momento de tranquilidad interrumpido por los cultivadores de una mesa cercana, que hablaban a los gritos acerca de un misterioso personaje vestido de negro, que como cultivador errante se dedicaba a ayudar a las familias de pocos recursos que eran asoladas por los cadáveres furiosos.

El jefe de la secta Qinghe Nie aguzó el oído: esa forma de proceder, con justicia y ayudando a los desvalidos, sin pensar en la gloria o recompensas económicas, le hizo acordar a alguien:

«Wei Wuxian...», pensó. Pero Wei Wuxian estaba muerto. No había forma de que alguien... «¡Lan WangJi!». El corazón de Huaisang se aceleró. «¡Tiene que ser él!».

Después de ser castigado y desaparecer, nadie había vuelto a verlo. Muchos pensaban que estaba muerto, pero Huaisang sabía que el nivel de cultivo de WangJi era demasiado elevado como para morir con tanta facilidad: a esa altura sus heridas debían estar curadas, y justiciero como era, debía haber seguido en su camino de ayudar a los menos afortunados, a pesar de no pertenecer más a la secta Lan.

El líder de la secta Nie le tenía terror a muchas cosas, y una de ellas era a Lan WangJi. Pero igual debía hallar el modo de encontrarlo: lo iba a necesitar en el futuro.

De pronto, sus pensamientos fueron interrumpidos por uno de los cortinados que lo cubrían de las miradas indiscretas, que se abrió de golpe.

-Pero..., ¿qué...? -alcanzó a exclamar, sorprendido.

El resto de su frase se quedó congelada en su garganta: alto e imponente, vestido con una túnica azul oscuro que acentuaba aún más la blancura de su piel de jade, se encontraba Lan XiChen, parado ante él.

-Nie Huaisang..., hace días que te estoy buscando -le dijo XiChen al asustado líder de la secta QinGhe Nie-. Necesito que me hagas un favor.

-S...Sí, ZeWu Jun -le respondió Huaisang-. ¿Qué necesitas de mí?

-Quiero que me ayudes a buscar a mi hermano. -La natural amabilidad del segundo al mando de la secta Lan había sido suplantada por una voz llena de amargura-. Ven conmigo y trae a unos hombres de confianza. Tengo una pista de dónde puede estar, pero si voy solo, lo van a ayudar a escaparse.

-¿Ayudar? ¿Quiénes...?

-Te lo diré por el camino. ¿Vas a hacer lo que te pido?

La pregunta de Lan XiChen no parecía querer un no por respuesta, pero Huaisang tampoco se iba a negar: el destino estaba jugando a su favor.

Negro sobre blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora