capítulo único

492 42 5
                                    

Se supone que para Vegetta, las dos últimas dos semanas de diciembre deben ser tranquilas, con amigos, familia y su pareja, más este año parece... que será un poco diferente. De alguna manera, el 31 de diciembre, terminó contra un cerezo y la fría nieve, la figura más alta impide su movilidad.

Rubius se mira agitado, ansioso, fue el quien lo invitó en primer lugar, ¿a qué leches está jugando ahora?

- ¿Qué pasa, Doblas? Muévete, vamos a llegar tarde a la cena de noche vieja, los chicos ya nos están esperando. - Vegetta trata de escapar sin éxito alguno, al contrario, lo arrinconan más, eliminando cualquier espacio que pudiese separarlos.

-Vegetta...- La nariz del hibrido se estampa en su cuello, es capaz de sentir la caliente respiración del otro. -Te necesito, te necesito maldita sea... así que... déjame comerte, Samuel. – La mirada de su novio es oscura, ningún brillo ni vacilación, solo deseo, como si literalmente lo estuviera despellejando para comer su carne. Samuel traga en seco, de repente su cuerpo deja de responder por los mandatos del oso.

- ¿A qué viene eso, Rubén? Deja de bromear y aparta. – No quiere vacilar ni caer en tentación, hace tiempo que no ve a sus amigos y realmente quiere comer algo, pero sus planes no salieron como él esperaba, lo cual ya era normal desde que sale con Rubius. Al final, se deja llevar por el caliente momento.

Respiraciones pesadas mezclando el oxígeno de cada uno, sin espacio personal entre ambos, sus narices ya están juntas cuando sus labios inician contacto, solo es un roce suave sin buscar un camino especifico, es como si Rubén buscase aprobación para explorar esas tierras. En un principio duda y bajo la mirada penetrante del menor, es Vegetta quien hace el primer gentil e inesperado movimiento. Inició un beso tímido, el cuello y la cintura del azabache son tomados inesperadamente, demostrando protección y seguridad, instintivamente cierra los ojos para disfrutar la cercanía.

Rubius es capaz de sentir la textura de los labios del chico, ásperos y secos como corteza de madera, aunque eso no le quita el dulce sabor que siente de ellos. No pierde el tiempo de pasar su legua y así darles hidratación por si mismo, no es suficiente, tampoco es suficiente el aire de sus pulmones ya que Samuel lo aparta con dificultada, agitado y con las mejillas rojas.

-Dame un respiro, Doblas...- Pese a ser un hombre que no le teme a casi nada, aquel contacto le deja temblando como una gelatina.

¿Cómo es que llegaron a esa jodida situación? Ni siquiera Vegetta está muy seguro de ello... dejarse llevar por un hibrido de ojos verdes en medio del bosque de cerezos no fue la mejor decisión de su vida, eso es seguro. Sabía que era mejor caminar por la plaza de Karmaland antes de seguir a Doblas para llegar más rápido a su destino, pero ya es demasiado tarde para echarse para atrás.

No siente miedo, más que eso, es emoción lo que transmite su cuerpo, maldita sea, un beso le había excitado de aquella manera.

-Vegetta...- Dios la profundidad de su voz le pone nervioso, es capaz de sentir el tono tan grave que utilizó en su propio diafragma. - ¿Qué debería hacer? Quiero tomarte...- La ansiedad de Rubius se agranda con cada segundo, incluso son visibles sus colmillos de animal.

- ¿Acaso entraste en celo, maldito loco? – Samuel sonríe con astucia, de alguna manera quiere aprovechar la situación. – Dijiste que querías comerme, ¿debería vestirme de hamburguesa para la ocasión? –

-Mierda Deluque, no estoy para tus estúpidas bromas. – El verde de los sus ojos se vuelve más intenso, es como si una lucha interna comienza en el hibrido, entre su lado humano y el lado animal. -No tengo tiempo para jugar. –

Dicho eso, Rubius estampa nuevamente sus labios con los del otro, demándate y posesivo, tratando de transmitir todo su deseo en un simple contacto. Simultáneamente mueve sus caderas, haciendo fricción con el vientre de Vegetta, aquello le encantó tanto al más bajo que, a consecuencia, termina en el aire al ser cargado, atrapa las caderas de Rubius con sus piernas para reforzar el agarre.

Comida | Rubegetta OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora