✳️ CAPÍTULO 15 ✳️

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Dos malditos días habían pasado y aún no tenía pistas del paradero de TN

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Dos malditos días habían pasado y aún no tenía pistas del paradero de TN.
Park de verdad había desaparecido...

— jungkook— papá me miró con seriedad al entrar a su despacho con brusquedad.

— te necesito, por una vez en tu vida actúa como un padre y ayudame— exigí casi al borde del desespero.

— ¿tan bajo caíste?— se limitó a responder volviendo la vista a él informe que leía.
Así era Song Jeon, un hombre frío, manipulador y poco empático. Lo único que supo darnos fue apoyo monetario, era para lo único que servía, porque como padre o esposo era una mierda.

— ay jungkook...— suspiro— creí que había criado a un hombre fuerte y coherente, pero solo eres un mocoso débil que se dejó enredar en el capricho de una mujer sin escrúpulos.

— no hables así de ella— exigí entre dientes.

— te ayudaré, pero luego tú mismo te encargarás de que Park pagué cada uno de sus crímenes.

Solo asentí, estaba bastante sorprendido — aunque no lo demostré— que el me ayudara significaría que algo pedirá pero ahora no me importaba, solo quiero encontrar a TN y explicarle todo.

TN.

Estaba cansada de gritar y golpear la puerta de esta habitación desconocida.
Mi propio esposo me había secuestrado.

— ¡Jimin, porfavor déjame salir!— ahogue un gritó entre el llanto.

No sabía cuánto tiempo llevaba aquí encerrada, pero solo quería una explicación y saber si JK estaba bien.

La puerta se abrió de golpe provocando que cayera al suelo bruscamente.

— ¡Basta! Deja de gritar como una loca.

No lo conocía. El no era Jimin o bueno si era el pero no el mismo de siempre.
Traía la camisa manchada de sangre y varios botones de esta rotos, traía un arma de fuego en la mano y parecía que no dormía hace una semana.

— Jimin, por favor sacame de aquí— susurré con pánico al ver el arma.

— ¿Salir? No, no vas a salir de aquí hasta que maté con mis propias manos a tu querido amante— gruñó con odio.

Un sentimiento de pánico me recorrió el pecho, ya no sabía quién era el ni de lo que era capaz.

Un sentimiento de pánico me recorrió el pecho, ya no sabía quién era el ni de lo que era capaz

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El pecado en carne propia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora