|| ʙᴀᴅ ʙᴏʏ ||

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ɴᴀʀʀᴀ X
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Miro por última vez su aspecto en el gran espejo de su habitación, observando que nada de su ser tuviese algún tipo de imperfección, aun que eso era realmente imposible, cada centímetro de su ser era realmente perfecto, y no era por exagerar, las facciones de su cara eran perfectas de principio a fin, su pelo estaba tan bien cuidado y peinado hacia arriva que era de envidiar, su hermosa piel morena no tenía imperfección alguna, y su cuerpo era sumamente perfecto, lo más cercano al de una mujer diría, además de esas hermosas curvas envidiables entre hombres y mujeres, y hacían babear a muchos, cada centímetro de él era perfecto, de principio a fin.

Se acomodo por última vez la sudadera rojo chillón que llevaba, intentando resaltar su figura lo mayor posible, sonriendo al espejo divertido.

No mentiría si dijera que no era consciente de su perfecta y envidiable figura, lo sabía de sobra, y sabía aprovecharse de aquello, siempre havia conseguido lo que quería con un poco de seducción, todo el mundo caía a sus pies con solo su sonrisa perfecta, era una ventaja sumamente grande en el cruel mundo al que pertenecía, era algo cruel de su parte actuar de esa manera, pero no tenía opción, además, nunca nadie a sabido apreciarlo por su forma de ser, siempre se fijaban más en su aspecto que en cómo era el en realidad, y después de mucho tiempo se terminó acostumbrando a aquello.

Después de un rato admirandose por fin decidió partir al instituto, agarró la mochila de la cama para seguidamente salir del cuarto, no sin antes agarrar su teléfono y sus llaves, bajo las escaleras de su casa, llegando al primer piso con cuidado, mientras cruzaba el pasillo hacia la salida dirigió su mirada al salón, observando como su padre dormía tranquilamente rodeado de latas de cerveza y polvos que no quería saber lo que eran. Su mirada se volvió triste, para por fin decidir salir de la casa, cerrando la puerta con sumo cuidado.

Respiro el aire fresco de la calle con cansancio, siempre que miraba a su padre se le hivan las ganas de ser feliz, su padre siempre fue su mayor ejemplo de persona promedio de este mundo cruel, un señor que se la pasaba bebiendo y metiéndose cosas raras al cuerpo las veinticuatro horas del día sin descansos, solo preocupándose por el mismo y su dinero, nunca preocupándose por su propio hijo.

Apartó esos tristes y horribles pensamientos de su cabeza, decidido a tener un primer día espectacular en su nueva escuela, ya que se havia cambiado de escuela por asuntos privados de su padre. Empezó a caminar hacia la escuela, mirando al cielo entretenido, sin prestar mucha atención a donde caminaba, solo el y su propia consciencia, mientras que el leve viento chocaba contra su pelo castaño, sin llegar a despeinado.

Después de unos 15 minutos aproximadamente caminando llegó por fin a la escuela secundaria donde pasaría seis horas al día, durante cinco días a la semana, y nieve o diez meses encerrado teniendo como única obligación aprobar y no defraudar a nadie, pero como no havia nadie a quien defraudar no tenía sentido alguno esmerarse si no por su propio bien, en pocas palabras era un estudiante pésimo que solo hiva al instituto para librarse de soportar a su padre durante todo el santo día, definición de adolescente promedio.

𝐁𝐚𝐝 𝐁𝐨𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora