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Eran los días finales para el pelinegro, y parecían ser los más oscuros y tediosos de su vida

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Eran los días finales para el pelinegro, y parecían ser los más oscuros y tediosos de su vida. Jungkook se despertaba pasando de las once de la mañana, metiéndose a la ducha sólo para matar algo más de tiempo, quedándose bajo el chorro de agua varios minutos, aburrido hasta los huesos. Luego, tardaría un poco más eligiendo qué ponerse, por mera diversión, pues no era como si saliera más allá del jardín de su casa. Ya aseado y vestido, se arreglaría un poco frente al espejo, resoplando frustrado por cuestionarse qué sentido tenía hacerlo. Salir de su cuarto era todo un desafío, rogando porque su madre esté lo suficientemente ocupada en sus asuntos o haya salido para no topársela y comer en paz. Pocas veces lo conseguía, terminando por interrumpir su desayuno y quedando con hambre hasta el almuerzo.

A veces, se sentía de mejor ánimo para sentarse en el patio trasero y tomar el sol, mirando los pájaros que anidaban en el árbol que colindaba con el vecino y sintiendo la fresca brisa. Otras veces, se encerraría en su cuarto a maldecir su mala suerte, tendido en la cama.

Le jodía que no tenía ni una sola cosa para hacer, hasta que el día que su cesárea programada llegara. Su mejor amigo ya no tenía tiempo para que se vieran, y estaba lo suficientemente ocupado con sus clases de la universidad, como para visitarlo. Seokjin y Taehyung trabajaban todo el día, y no estaba en condiciones de ir hasta el Dolce Gusto por su cuenta.

Sin embargo, lo que más lo mantenía en ese estado de oscuridad emocional, era Min Yoongi. El no tener noticias de él, era la peor parte, como si la tierra se lo hubiera tragado. Sabía que Seokjin y él se veían a diario en la escuela, pero no deseaba usar a su hermano de intermediario, mucho menos si Yoongi tampoco lo ha intentado hasta ahora. Se suponía que el tiempo que se estaban tomando, era principalmente para poder ordenar los sentimientos que tenían por el otro, descubrir qué iba mal y de qué manera podrían solucionarlos.

Y después de días de darle vueltas a sus meses de noviazgo con su ex profesor de música, además de los años de enamoramiento en secreto en sus tiempos de estudiante, a la única conclusión que podía llegar, es que su hermano tenía razón, y pasó exactamente lo que dijo que pasaría, aquella vez que hablaron, luego de que él le diera la noticia de su embarazo a Namjoon.

Aquella tarde en que llegó al departamento del mayor, con el corazón en la mano, confundido y aliviado en partes iguales, detallándole la reacción de su ex novio, Seokjin fue muy específico al decirle que, tal vez, su enamoramiento por Yoongi era platónico, idealizando lo que sería estar con él. Incluso recordaba su consejo, en el que le advirtió que, si él cruzaba el límite entre aceptar un cumplido de su ex, y dejarse reconquistar por él, había sido demasiado pronto para comenzar a salir con Min. Él no estaba dejándose reconquistar por Namjoon, no lo creía así, al menos.

Aunque, no podía desconocer que la parte que recaía en lo platónico...

Jungkook suspiró, sentándose en su cama, apartando los mechones fuera de su cara con una mano arrastrándolos hacia atrás. Estos retomaron su lugar a los pocos segundos y el menor resopló.

Ni tan JUNTOS, ni tan REVUELTOS - YoonKook/NamKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora