Capítulo 12

53 4 0
                                    

Estaba desesperado, deseaba que Gerard abriera sus ojos, arrastrarse ante él y pedirle que lo disculpara una y otra y otra vez, porque había actuado como una escoria, porque obviamente Gerard no se merecía a una rata como él, ¿cómo se había atrevido a hacerle aquello? Se había tomado ya tantos vasos de café que toda la borrachera y la droga que se había metido se le había bajado, ahora venía la cruda, pero más que esa cruda física, la cruda moral por lo que hizo y le dijo a su amado Gerard.

Mikey también seguía ahí, incluso los padres de Gerard ya habían llegado. En el tiempo de espera Frank había comprado un enorme ramo de rosas rojas para Gerard, así como un gigantesco peluche, sabía que aquello no era suficiente, que ningún obsequio enmendaría su error, pero debía intentarlo, no iba a perder a Gerard, no de nuevo, estaría con él, lo acompañaría en su enfermedad, lo convertiría en su esposo y estarían juntos para siempre, eso era lo que más deseaba.

Cuando Gerard reaccionó primero fueron sus padres quienes pasaron a verlo, luego fue Mikey, aunque se negaba a reconocerlo, temía que Gerard dijera algo de lo que había sucedido, que sus padres y su hermano lo echaran a patadas del hospital y llamaran a la policía, pero eso no sucedió, incluso cuando Mikey salió de la habitación de Gerard le dedicó una sonrisa.

- Él quiere verte – Le dijo, e ingresó con toda la vergüenza del mundo a la habitación de Gerard, encontrándolo ahí, sobre una cama, conectado a un montón de aparatos, mirándose visiblemente pálido, con su negro cabello completamente desordenado. Al mirarlo, Gee le sonrió y Frank no pudo sentirse más culpable, por lo que se acercó hasta él, hizo a un lado las flores y el peluche que llevaba consigo y se arrodilló frente a la cama de Gerard, comenzando a llorar como un idiota, tomando su mano y pidiéndole perdón.

- Perdóname Gee, por favor perdóname, actué como un imbécil, soy una basura, no mereces una mierda como yo

- Frankie, no digas eso – Dijo Gerard con su débil voz

- Es la verdad, te lastimé, te obligué a... - Ni siquiera pudo terminar la oración, se sentía tan avergonzado, tan culpable, ni siquiera se atrevía a mirar a Gerard a los ojos – Perdóname Gee, por favor perdóname – Decía una y otra vez besando la pálida mano de Gerard

- Frankie, ya no digas nada

- Pero te lastimé Gee, te violé... - Mencionó, atreviéndose al fin a mirar a Gee a los ojos

- No Frankie, a mí me gusta estar así contigo... - Manifestó Gerard, y Frank pudo notar un ligero sonrojo en sus mejillas

- Tú no querías, no te sentías bien, además te dije muchas idioteces

- Siempre quiero estar contigo, Frankie – Dijo Gerard dedicándole una sonrisa y Frank no pudo sentirse más de la mierda, cómo pudo lastimarlo, su Gee sin duda lo amaba, más que a nada

- Gee, te amo mucho, te amo con todo mi ser, nada de lo que dije es verdad, tú eres lo más hermoso que me ha pasado, lo más puro y bonito que tengo, no quiero perderte, quiero estar contigo – Mencionó sollozando de nuevo sobre la blanca mano del pelinegro.

Gerard se sentía lastimado, sí, pero más que por haberlo forzado a tener sexo, por las palabras tan hirientes que le dijo mientras lo hacía, eso había podido más que cualquier cosa. Se sentía débil, triste, pero a pesar de ello y a las palabras hirientes de Frank, quería que estuviese ahí, con él, en lo que había denominado su lecho de muerte. Sólo quería que lo abrazara, que le dijera que todo iba a estar bien, aunque terminase lastimándolo como lo hacían todos. A esas alturas de su vida, con la muerte tan cerca, ya ni siquiera tenía tiempo para rencores, ya no quería pasar más días, semanas, meses, sin hablarle a Frank sólo por lo que le había hecho y dicho.

Frank por su parte no podía dejar de sentirse como un imbécil, no podía sacar de su mente lo que le había hecho a Gerard, y estar ahí, frente a él, regalándole esa bonita sonrisa, sólo lo hacía sentir peor, no se merecía nada de Gee. Y con cada palabra que le decía, con la forma en que lo miraba, pudo confirmar que Gerard era el chico más lindo que hubiese conocido nunca, pues alguien más jamás le habría perdonado aquello, en cambio Gee lo había hecho. No quería volver a lastimarlo, ahora sólo pensaba en estar con él, en cuidarlo, en apoyarlo, en ser su soporte en la enfermedad tan horrible que le había tocado padecer.  

Noviembre sin Gee (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora