16. Todos tienen una cola retorcida

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Ishikawa ha perdido las fuerzas para gritar y apenas emite pequeños quejidos, señal de que sigue consciente. Sus piernas y brazos están en posiciones nada naturales y el suelo está manchado de sangre. Sanzu se pone de pie, admirando su obra. Jadea un poco por el esfuerzo y otro poco por la excitación del momento.

–Es suficiente –le dices y él te mira sonriente mientras su pecho sube y baja con fuerza. Tiene la intención de sacar su arma de nuevo–. Ya te dije que no quiero que le dispares. Ahora me haré cargo yo –te pones de pie y él está sorprendido aunque no deja de sonreír–. Quítale el collar.

Te acercas a la mesita de instrumental y le lanzas la llave. Mientras él hace eso, tú empiezas a sacarte el guante derecho pero antes de continuar con el izquierdo te giras hacia Sanzu, que te observa con curiosidad.

–Espérame arriba –ordenas sonriendo.

Por fin deja de sonreír. Está sorprendido y parece molesto. Se acerca ligeramente amenazador para dejar la llave en la mesita, tú no lo miras. Truena los labios, comienza a subir las escaleras y azota la puerta detrás de sí.

Una vez que se ha ido, terminas de quitarte los guantes y los dejas junto al cuchillo, dejando ver una alianza plateada en tu dedo anular izquierdo. Luego remueves el cabello de tu nuca y deslizas el cierre del vestido para sacar las mangas y finalmente dejar que se deslice hasta el suelo. Lo levantas, lo pones en la silla de terciopelo verde y finalmente te sacas los stilettos blancos, quedando descalza y en ropa interior en el frío cuarto.

Caminas con cuidado hacia Ishikawa, que respira con dificultad en el suelo.

–Por favor... –balbucea tras escupir sangre.

–Ya casi termina, no te preocupes –le dices mientras tomas el cuchillo de la mesita– pero no porque me lo pidas –continuas mientras te pones a horcajadas sobre su espalda.

Se remueve un poco y se queja al sentir tu peso sobre él pero seguro cada movimiento le causa tremendo dolor, así que balbucea palabras que no logras entender. Con la mano izquierda tomas con fuerza su cabello y tiras hacia ti, haciéndolo estirar el cuello y soltar un quejido gutural mientras abre mucho los ojos.

–Eres un cerdo en el matadero. No lo olvides – te acercas casi hasta su oído y le hablas.

En la mano derecha sostienes el cuchillo y lo acercas a su garganta. Parece que intenta moverse pero ya no tiene fuerzas suficientes, intenta gritar pero su garganta está seca y lastimada. Aprietas el agarre en su cabello y en un suave movimiento comienzas a cortar su garganta.

La sangre caliente salta de inmediato, cubriendo el cuchillo y tu mano, extendiéndose con rapidez por el suelo mientras Ishikawa emite un pequeño último quejido y su cuerpo tiene un espasmo. Lo sueltas al sentir que la sangre en el piso toca tus pies y su cabeza inerte golpea el suelo con fuerza.


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Los débiles no sobreviven (Bonten x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora