Jeon Jungkook, no creía volver a sentirse vivo después de lo que pasó hace varios años, pero eso cambia ante el regreso de aquel amor que no pudo ser, pero que solo tal vez podrá tener su inicio si decide hacerle frente a su más grande enemigo.
Ini...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
─ ¿Cansado? ─ Jungkook siente ante la pregunta que el azabache.
Taehyung había ido a recoger al menor una vez que este le respondió el último mensaje que había enviado hace casi una hora. Después de la clara amenaza que había recibido el menor por parte de su padre, estuvo pensando mucho en las posibilidades de que Taehyung saliera herido. Porque conocía tan bien a su padre que no dudaría en lastimarlo, de todos modos, ya lo había hecho en el pasado.
Solo que en ese tiempo no podía protegerse a sí mismo y dependía de alguien.
Pero ahora, ahora será diferente.
Ya había perdido a su primer amor una vez, no habrá una segunda. Porque daría todo de sí por protegerlo y mantenerlo a salvo.
─ ¿Quieres comer? ─ vuelve a pregunta el mayor. ─ Pide lo que sea, hoy serás consentido tanto como me dejes hacerlo.
Jungkook sonríe ante las palabras del mayor, y es que con su sola presencia sentía que tenia todo y que no le faltaba nada más.
─ ¿Pizza?
─ Lo que quieras.
─ Pizza, coca cola y porción de papas. ─ afirma una vez que repasan su pedido. ─ Y un helado de chocomenta.
─ ¿Chocomenta? ─ la mueca de asco indigna a menor.
─ ¡Oye! Es lo más rico que probaras en toda tu vida.
─ No gracias, paso. ─ niega el mayor, sin embargo, hace el pedido. ─ Lo mismo que él, pero un helado de fresa.
─ Común.
─ Y sí. ─ responde encogiéndose de hombros sin aparta la mirada de sus bonitos ojos. Aunque se mostraban cansados parecían brillar mucho. ─
─ Hare que pruebes un sabor diferente.
─ Nop. ─ Kim Taehyung se negaba a probar esa rara mezcla entre la menta y el chocolate.
─ Si lo harás.
─ Te comeré a besos si insistes. ─ susurra en su oído acercándose un poco más al cálido cuerpo.
─ No veo que pierda algo.
─ ¿Quieres mis besos? ─ un soplo cálido en el cuello del menor eriza su piel. ─ Con gusto te los doy.
─ ¿Aquí?
─ No hay lugar que evite que te bese como se debe. ─ el mayor se inclina alcanzando a rozar los suaves y rosaditos labios del menor antes de ser interrumpido por una tos falsa.
─ Su pedido está listo.
Bueno, tal vez si había alguien que interrumpiera su momento romántico.
─ Si...eh, gracias. ─ paga la orden y toma en una de sus manos la bolsa del papel y con la otra entrelaza sus dedos con los del menor. ─ Necesitamos un lugar más privado, y creo saber dónde.
