Oscuro y Sincero

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En las tardes se le ve, blusa rosa, pantalones vaqueros ajustados. Al mismo paso camina diariamente. En su rostro una sonrisa abarca.

Se aproxima la hora de llegada, todos entran al mismo salón. Cupitres azules con sillas doradas un poco desgastadas. Habían filas de cuatro repetidas hacia la derecha, tres veces. Lya nuestra protagonista en este verso de historia entra. Seguida de Sofia niña delgada algo rebelde para su época y Mateo chico  introvertido, cuerpo pequeño y con unos antejos donde solamente se le ve el cristal.

Al entrar se sientan, Lya en el centro, Mateo a la derecha y Sofia a su izquierda. La señora entra todo de pies repiten lo mismo;

-Buenos días señorita hoy es lunes como de costumbre- gritan todos a su paso.

-Tomen asiento-repiten con una voz algo ruda y arrogante-

Lya toma su bolso, de el saca un papel y un lapicero. Mateo se queda mirando fijamente a los garabatos hechos en el papel. Con su gesto se da a sabe que lo que vio no lo entendió.

En todo el tiempo pasado Lya no hablo con ninguno. En ese día los jóvenes entraron a 3 clases. Veían a Lya mucho más distraída de lo costumbre.

-Te ha dicho algo? - pregunto mateo

-No de hecho no solo la he visto esta mañana- contestó dudosa

- Se veía normal? Bueno de mi parte no le ha surgido nada-

- No lose mateo. Voy por la comida vale- concluyo Sofia algo agitada.

La campana de salida sonó. Todos salieron, una revuelta de adolescente saliendo de un largo día de estudios.

Todos lo mas seguro llegan a sus  casa a comer y a sus labores de estudiantes hacer. Lya desde hace unos meses no sabia lo que era ese sentimiento. Su rutina había dado un giro significativo.

No es algo que comun en una rutina cuando te diagnostican cáncer de riñón a tus 16 años de edad. Como adolescente sentía una presión amarga. Tener que vivir en un hospital durante todas las  tarde. Aguantar el dolor de ver a los demás, el no poder hacer todo lo que avitualmente lya hacia hace 15 años atrás.

-Esta bien lo entiendo -contesto Lya a su móvil- vale ya llegue.

Entro las puertas automáticas se abrieron. Se veía la expresión de tristeza en sus ojos. Pero la joven tenía que ocultarla.

Los médicos le había indicado que se lo tomara en los hábitos más positivo que pudiese. Lo que los médicos no sabían lo complicado que sería para Lya.

A la semana cayó lunes nuevamente pero esta vez algo cambió. Nuestra joven iba con pantalones de lanas y blusa azul. Camina un poco más lento de lo habitual. Esa imagen suya causo mucho impresión.

Al entrar al salón los vio Mateo y Sofia, por un segundo sus ojos simplemente se distorsionaron a causa de las lágrimas surgidas. Se las aguanto, logro crontrolar sus sentimiento y entro con una sonrisa. Mateo y Sofia no se fijaron en aquello que Lya ocultaba. Ya que se sabia que ella no quería que ninguno supiera o incluso que sintiera su sufrimiento.

-Yo nose ustedes pero hoy ha sido un grandioso día- dijo mateo a la salida

- ¡Sii! - pienso  igualmente que tu aunque un poco más de comida en el día hubiera sido la mejor-  grito con felicidad sofia

-Me encantó este día lo recordaré para siempre- incluyo lya  a la conversación

Los días pasaron, el cielo azul oscuro se volvía. Las nubes no salían. De noche las extrañas brillaban con intensidad en especial una en el centro de todo el cielo.
Sofia y Mateo la admiraban. Los ojos de ambos brillavan pero con un brillo singular, diferente. Su brillo no era de felicidad ni de tristeza simplemente era un brillo  de silencio.

-Siempre en el centro de todo- le queda hermoso y siempre será nuestra persona de la silla del medio- dijo Sofia con un nudo en su garganta

- Nosotros a su lado siempre estaremos y veremos desde aquí cada lunes para que ese último dia que viviste se repita cada noche - concluyó Mateo.

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⏰ Última actualización: Dec 10, 2022 ⏰

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