Capítulo 2 - Atarcederes

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🎧 Estás con él – Quevedo, Wos las Palmas

"Escaparnos pa' ver el atardecer"

Abril

- Te llevo. – llevo un día en Barcelona y reconocería ese acento canario hasta con los ojos cerrados. Pedri aparece de repente detrás de mí y me sonríe con esa picardía suya.

Me aferro a mi bolso, mirando la parada del autobús. El cielo se está tornando anaranjado poco a poco, dando la bienvenida a mi primer atardecer en esta ciudad.

- No hace falta, de verdad. – la timidez me embarga de repente. – Tengo el autobús en quince minutos. No te preocupes.

- Estás tú flipada si crees que te voy a dejar aquí pudiendo llevarte a casa. – sin preguntar, toma mi mano con seguridad, enlazando sus dedos con los míos.

- Pero bueno, ¿y estas confianzas? – susurro mientras él tira de mí.

Él no dice nada, solo me mira intensamente y me guiña el ojo. Qué típico de él.

- Señorita. – Pedri se ríe de mí mientras entramos al parking del campo y me abre la puerta del copiloto de su Mini Cooper verde.

- No te pega eso de ser caballero. – me subo al coche a regañadientes.

- ¿Ah, no? – Pedri arranca el motor sin dejar de mirarme en ningún momento. - ¿Qué me pega entonces?

-No sé, no te conozco. – reconozco, dejando que la sinceridad hable por mí. – Pero no te veo abriendo puertas y diciendo cursilerías precisamente.

Una carcajada brota de los labios de Pedri. Es el sonido más reconfortante que he escuchado en años. O al menos así lo siento en la intimidad del coche.

- Si tú supieras, preciosa. – el coche sale del aparcamiento y recuerdo por qué me gusta tanto ver a los hombres conducir.

Una de sus manos reposa en el volante, agarrándolo con fuerza. La otra se apoya en mi asiento mientras mira hacia atrás para dar marcha atrás. Tengo una vista jodidamente privilegiada ahora mismo.

- ¿Tienes prisa? – me pregunta de repente mientras salimos de las inmediaciones del campo.

- Supongo que no, ¿por qué? – mi único plan era encerrarme en mi cuarto, meterme en la cama y ver Netflix hasta que el sueño pudiera conmigo.

- Déjame llevarte a un sitio. – me mira, preguntándome con sus ojos y yo asiento. Así de fácil, sin pensármelo. – Joder, mierda.

Siento su nerviosismo antes de mirarlo. Sus manos se mueven rápidamente al asiento trasero y de repente, me pone una gorra y unas gafas de sol bruscamente.

- Joder, joder. – se pasa las manos por la cara, perdiendo los nervios. – Lo siento muchísimo, Abril. Te prometo que ni siquiera había pensado en esto.

Y entonces los veo. Unos cuantos periodistas se posicionan a la salida del campo, con sus cámaras funcionando y los micrófonos preparados. Y, por si fuera poco, una veintena de fans esperan a que los coches de sus referentes, sus ídolos, salgan.

- Es que me nublas el juicio. – murmura en voz tan baja que no sé si está hablando para él mismo o conmigo. - ¿Cómo se me ha podido pasar?

- Pedri, tranquilízate. – tomo aire y posiciono una de mis manos en su cuello, acariciándole el pelo. – Bájate del coche y ve con tus compañeros. Mira, Gavi y Ferran están ahí. Yo me quedo aquí dentro y te espero.

- No voy a dejar que se acerquen al coche ni a ti. Lo sabes, ¿verdad? – mis manos siguen en su nuca cuando él se acerca a mí y me quita sus gafas de sol. – En dos minutos estoy aquí.

Derribando tus barreras || Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora