Mamoru tenía un par de mesas rentadas, piñatas hechas con sus propias manos, comida carente de sal, mucha ensalada de frutas y diversas decoraciones que había comprado en Enero para ahorrar en costos, eso sin contar con la compañía de su gran amistad Ali, quien era responsable de darle ayuda con sus historias.
Les quedaba mucho por decorar y poco tiempo para que llegasen sus invitados, aunque algunos se habían aparecido ahí mucho antes de la hora acordada.
—Ya casi terminamos —les informó Mamoru, pegando moños al rededor de un cartel que decía «Feliz Navidad». Sentía vergüenza ante el hecho de que sus pobres personajes estuvieran esperando desde temprano a qué la fiesta comenzara, pero una de ellas, Beatriz, le sonrió para restarle importancia.
—No se preocupe, a Ziggy y a mí nos está encantando todo —le aseguró Beatriz, alzando a modo de brindis su vaso con jugo en polvo de mango.
En cuanto Mamoru se volteó para seguir con la decoración, Ziggy miró a Beatriz con acusación entrecerrando los ojos, pues era más que obvio que la peliteñida estaba mintiendo.
Beatriz se le acercó a su amigo para evitar que los personajes de la mesa de al lado escucharan lo que ella estaba a punto de decir.
—Sonrie más —le ordenó Beatriz. Ziggy rodó los ojos—. ¡Házme caso! —susurró—. ¿Sabes desde cuándo que la vieja esa no actualiza nuestra historia? Si sigue así nos terminara mandando a borradores, ¡no merezco eso! Así que halaga su ropa de bazar y dí que amas estar en este horrible estacionamiento para que se dé cuenta que debe seguir con nuestra historia. ¡Ve!
—Beatriz, entiendo el punto, pero no me le voy a acercar —terminó por decir Ziggy, sin poner distancia entre los dos. Beatriz apretó la mandíbula del coraje.
—¿Por qué no?
Ziggy hizo una mueca de incomodidad y puso su mano al lado de su boca para evitar todavía más que alguien lo escuchara.
—Huele raro... cómo a vaporu con apio —le contestó a su amiga.
—¡¿Y eso qué?! —gritó Beatriz, llena de enojo. No comprendía cómo era que el cerebro de cacahuete de Ziggy no le daba para entender la gravedad del asunto.
Beatriz pudo seguir con sus gritos y comenzar a regañar a Ziggy en voz alta, pero en la mesa de al lado, Ragnar fingió aclararse la garganta para darle a entender que no era la única del lugar y debía comportarse.
—¿Y tú qué, güerito? —le preguntó Beatriz a Ragnar, poniéndose derecha a la par que apuntaba al rubio con su dedo índice— ¿Quieres pelea?
Ragnar frunció el entrecejo con confusión ante la actitud tan extraña de Beatriz. Ni siquiera pudo contestarle, Leni tampoco pudo decir nada, pues ambos presentían que sin importar lo que dijeran la chica se iría a los puños y arruinaría la fiesta navideña.
—Ya sabía —dijo Beatriz, de la misma forma intimidante, antes de volver a encorvarse y acercarse a Ziggy para seguir con su charla secreta.
Leni le sonrió a Ragnar con la intención de relajar el ambiente. El menor sintió algo de culpa, pues fue él quien convenció a Ragnar de que sería buena idea asistir a esa fiesta a pesar de que era en un estacionamiento y la apariencia de la anfitriona era parecida a la de un delincuente fugitivo con mal aliento.
—La comida se ve buena —le dijo Leni a Ragnar, mirando a la mesa principal, en donde Ali estaba acomodando los platos de una manera en la que no resaltara el bajo presupuesto.
—Aún podemos irnos —soltó Ragnar, bajando un poco la voz. Leni negó lentamente con la cabeza—. Podemos decir que tenemos una emergencia familiar, no es necesario que nos veamos groseros al irnos antes de que esto empiece.
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Moru Christmas
Short StoryLa hermosa época navideña ha llegado. Mamoru quiere celebrarlo a lo grande con todos sus queridos personajes, quienes son muy distintos entre ellos y reaccionarán de diversas formas al ver la fiesta navideña de bajo presupuesto que armara su creador...