capítulo 2

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Todos tenemos arrepentimientos.

No hace falta decir que como humanos tenemos la capacidad de equivocarnos una, y otra, y otra, Y OTRA vez; no somos perfectos en ningún sentido y siempre tenemos en la mente más de un pensamiento intrusivo. Los adultos siempre dicen que de los errores se aprende y aunque muchas veces nos causen daño, los errores siempre pueden cometerse más de una vez.

Hoy, Craig Tucker se arrepiente.

Pero no, no ese Craig Tucker que se encuentra riendo a carcajadas mientras supuestamente mira la bola disco derretirse cual lava caliente sobre la pista de patinaje. El Craig Tucker que en unas cuantas horas estará castigado si lo hace.

El primero de ellos, ni siquiera se mantiene de pie por si mismo y escucha la distorsionada música en sus oídos retumbar como tambores, o mas bien, una batería que fue acompañada por sintetizadores y guitarras.

Un éxito del verano pasado provenía de las bocinas del lugar, una canción que le provocó de inmediato una ligera presión en el pecho e hizo que su cabeza diera más vueltas que hace apenas unos minutos. Quizá era el vago recuerdo del agosto anterior o esa planta ya estaba haciendo efecto negativamente en el.

Su vista ni siquiera enfocaba bien, pero aún así logró acercarse a la orilla de la pista, sostenido firmemente del barandal y tratando respirar algo desesperado.

—Mierda, mierda.– murmuró cuando vio al castaño salir de ahí a tambaleos, apenas logró distinguir que sostenía su estomago y tapaba su boca. Volteó hacía Tolkien, quién miraba el techo del establecimiento como si en este hubiera algo más que solo una bola brillante y luces neones.

Se acercó a este y trato de mantener la calma, -apenas se había dado cuenta de que algo no andaba bien con ellos tres- aunque no sirvió de mucho, su amigo ni siquiera le prestó atención cuando dijo que Clyde vomitaría.

Sus pies ya no tocaban la tierra, o al menos eso sentía cada que daba un paso hacía la salida; buscaba con la mirada la entrada del baño -que bajo otras circunstancias ya habría encontrado, pero estaba tan drogado que realmente juraba que la puerta se había movido de lugar-.

Su pulso estaba acelerado y parecía que la música no ayudaba mucho; las voces y los ruidos tampoco lo hacían.

Y aunque no supo con exactitud el momento, ahora estaba frente al baño de hombres, golpeteando la puerta y posiblemente armando toda una escena en el lugar.

—¡Clyde!, ¡Clyde!, ¡Abre la puerta!– Gritoneaba desesperado al notar que esta tenia pasador, si Donovan estaba tan drogado como el, no iba a poder reaccionar ni siquiera ante su reflejo. —¡Por favor, Clyde!, ¿¡Me estas escuchando!?

Claro que no.

De hecho, dentro el castaño solo escuchaba la música que venía de fuera, hipnotizado por esta y por su vista en el espejo; estaba sudando frío. Sus manos y mandíbula temblaban a tal grado que ya no podía sentirlas, su boca estaba seca y sus pupilas dilatadas.

Pronto se escucharon más personas golpeando la puerta, ya no solo con las manos, Craig y Tolkien -que se acercó luego de escuchar a Tucker gritar- soltaban patadas a esta, alarmando inmediatamente a los trabajadores y a las personas en general.

—¡Por Dios, Craig, quítate!– regañó el más alto y posterior a esto pateo lo más cerca a la cerradura posible, logrando forzar esta y finalmente estaba abierta de par en par.

Ninguno de los tres sabía con exactitud que pasaba, no eran completamente ellos en ese momento, pero Black y Tucker no evitaron correr al auxilio de Donovan. El ya estaba sentado en el frio azulejo abrazando firmemente sus rodillas y con una gran cantidad de vomito desechado justo a un costado.

Call Me Again [AU CREEK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora