4; Mente maestra

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—Malditos perros salvajes...ugh... definitivamente era mejor antes cuando podía controlarlos con correas...nunca debieron revelarse—

Apretó los puños en un ataque de impotencia y rabia, lágrimas amenazaban con brotar de sus ojos, miró el tatuaje en su muñeca por unos momento, el inicio de todo, pero nada, si éste no brillaba no era nada más que una pintura grabada a base de aguja pegada a su piel, estaba comenzando a molestarle la pérdida de sus poderes.

No duró más de dos o tres minutos quejándose y lamentandose del pasado cuando la puerta de la habitación fue abierta, su vista rápidamente se enganchó en busca del causante, encontrándose con la mirada fría de los ojos naranjas del finlandés.

Un silencio sepulcral inundó el lugar.

Pudo distinguir que el albino traía una pequeña libreta de apuntes científicos consigo, junto a dos extraños frascos, uno con un líquido morado y otro vacío.

Oh pero...si miraba con más detalle, el contenedor del líquido morado no era un frasco, sino una jeringa.

Algo que odiaba eran las cosas punzantes, lo odiaba de no ser que estuvieran en su dominio; coincidencialmente la espada fue el mejor elemento que el pudo poseer en las batallas, aunque eso fue sólo el principio, no necesitó de armas nunca más apenas descubrió sus poderes...claro, eso ahora no valía nada, ya no tenía el poder por el que tanto sacrificó.

Los pasos del finés se fueron acercando más y más hasta que quedó a una distancia considerable del rubio, al parecer por fin se iba a dignar hablar.

No pasó. Solo le dió una rápida mirada de arriba abajo a Colombia y volvió con sus apuntes. El ambiente comenzó a notarse más incómodo y pesado de lo que ya era, así que el sureño decidió romper el hielo.

—¿Y ahora qué, vas a inyectarme esa cosa?—

Preguntó con ironía, una forma bastante curiosa de evadir el miedo que sentía en sus adentros.

El país nórdico solo suspiró, a sabiendas que el ex-monarca jamás se mostraría débil ante alguno de ellos, cosa que sí o sí pensaba cambiar.

—Me conoces Colombia, sabes que no soy tan malo como todos creen—

Respondió con un tono tranquilo casi que frustrante.

Una sonrisa repentina se formó en sus pálidos labios que hizo estremecer al latino.

—Pero también sabes que soy un excelente mentiroso~—

De golpe, sin siquiera pensarlo dos veces, clavó la aguja con precisión (no con mucha fuerza o podría dañar a su huésped) en el cuello del de piel carmesí, observando a vista fría como el líquido pasaba de la aguja hacia el misterioso interior del cuerpo ajeno, que, estupefacto, no podía creerse que no le dió tiempo ni de reaccionar, quedandose estático en el lugar, con inevitables leves temblores presentes en su cuerpo.

No se dió cuenta tampoco cuando la aguja salió de su cuello y fue dejada de lado, en una mesa de metal que sabrá Dios de dónde salió.

—B..bastardo astuto—

—No por nada me nombraste la mente maestra de tu grupo—

Respondió con burla, enorgulleciendose de su propio título.

¿Q-qué carajos fue eso?..—

Su cuerpo comenzó a presentar síntomas a los segundos, el primer error que cometió fue haberlos ignorado.

—Un prototipo de feromonas que mejoré, hará que tu cuerpo sea fértil, felicidades, serás madre—

De nuevo esa actitud burlesca que tanto detestaba.

"Caída oscura" - Colombia & Nordicos (cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora