Capítulo 32

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El grito

Keven Jesús torres Brawon


Marian había salido, dijo a Keven que debía ocuparse de un asunto, el pelirrojo no necesitó preguntarle de qué se trataba, pues quedó claro en sus ojos castaños que era algo relacionado a Alan.

Le daba miedo, el profesor podría hacerle daño, pero no sirvió de nada decirle a su amiga que se quedara y le hiciera compañía.

El corazón del chico dolía. No debía haberle dicho la verdad.

¿Y si eso afectara a su amistad? No quería perderla.

Las gotas de agua fría que deslizaban por la piel pálida y cubierta de pecas que, según Yury, se parecían a estrellas le devolvía la paz a Keven. No estaba bien, pero estaba vivo y en el fondo sabía que con sus amigos lograría superarlo. La palabra "gay" era como un grito aterrador en su cabeza y hacía tiempo que deseaba soltarlo, porque ese grito le consumía desde adentro y si no lo liberara, estallaría.

Y ahora todos lo sabían.

Le gustaban los chicos.

Aunque no había sucedido cómo había imaginado, se sentía bien por soltar el grito que estuvo atrapado diecinueve años en su garganta. Ya no tenía que esconderse de sus amigos, de sus padres.

Ya no tenía que fingir ser alguien que no era por miedo a decepcionar.

A pesar de que ser libre, ser él mismo, podría molestar a algunas personas.

Pasó la mano por la cara y se abrazó bajo la ducha.

Salió del baño, entró al cuarto de su amiga, desató la toalla de su cintura y la dejó caer en el suelo. Antes de agarrar la ropa sobre la cama que su hermano le había traído, se detuvo a leer una de las frases de los cuadros en la pared lila.

"Todo sucede por una razón"

¿El universo le preparaba algo más grande? ¿Le esperaba una gran sorpresa en el futuro? Lo único cierto era que su vida no sería la misma.

Se puso su pijama con el estampado de Ricky and Morty, se tiró a la cama de su amiga y se enredó con el edredón azul celeste de Mari.

—¿Keven? —Sara, la madre de Marian, tocó la puerta

—Puede entrar.

Sara abrió la puerta y se recostó en el umbral; vislumbró al pelirrojo acostado, con la mano bajo la cabeza y los ojos avellana fijo en el techo.

—Ya te dije que no me gusta que me trates por usted.

—Perdón... es la costumbre.

Ella se acercó, acomodó su vestido amarillo y se sentó en el borde de la cama, cerca de lo pies del chico.

—¿Cómo estás?

—Bien, aún preucupado, ya sabes, por mis padres... ¿Y si... si no me aceptan?

Sara le sonrió. Keven le recordaba a ella en su juventud, se importaba tanto con la opinión y la aprobación de sus padres que vivía en un bucle de ansiedad cuando sucedía algo que los afectaba.

—¿Desde hace cuanto te diste cuenta de que te gustaban los chicos?

Keven la miró con el entrecejo fruncido, no esperaba esa pregunta.

—Creo que desde de los ochos... hasta hoy me acuerdo del día que fui a una tienda con mi madre para comprarle ropa interior a papá y me quedé fascinado con los hombres en boxer de las propagandas ... —El chico sonrió—. A partir de ese día comencé a buscar "hombres en boxer" en google a escondidas de mis padres.

Yo, mi profesor y el asesino [+18] ✔️BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora