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Las notas dulces y gentiles que dejaba un piano salir de sus entrañas resonaban por todo el salón del cual lo único visible era un sillón. Y en lugar de una pared había un gran ventanal que daba al mar, una gran puesta del sol que con su calidez calentaba las paredes del cuarto. El cielo despejado sin nubes que sin  opacar los colores que creaba la noche y el día. La puerta del salón se abrió sin previo aviso dejando salir un crujir de la madera vieja, era Valentina quien portaba un bello vestido azul cielo con encaje en los bordes y grandes zafiros en la parte del cuello simulando un collar. 

-Padre y Madre se esforzaron en que tengas una buena educación y aqui andas entrando sin avisar- reprendió Marc que sin despegar la vista de las teclas del piano paraba de tocar, -Lo siento, pero es urgente que bajes al salón madre y padre esperan que estés presente en la boda de Wanda. 

-Si quisieran que este ahí no la dejarían casarse con ese canalla- respondió mientras bajaba la tapa del piano, sus movimientos eran limpios y ágiles dignos de un futuro duque.

 -Pero es muy importante para Wanda- suplico Valentina juntando sus manos y dejando ver aquellos ojos llorosos que se han ganado una reputación en la nobleza, nadie podía decirle que no a la hija menor de un Duque. 

-¿Para qué me quieren en la fiesta?  Saben que en cuanto lo mire tratare de matarlo- amenazó con cierta alegría Marc. 

-Wanda quiere que estés ahí- trataba de hacer cambiar de opinión a su hermano, esta sería la última vez que los tres estuvieran en la misma casa. 

-Sabes que la puedes ir a visitar cuando quieras- no podía decirle la verdad a su hermana, no después de tratar de enterrar aquellos sentimientos. 

-Mira ¿si bajo dejaras de molestarme en lo que termina la fiesta?- tal vez si bajara un rato y se mantenga alejado de los novios no notarán su enojo. 

-Bien, bajemos, bailemos y finjamos que no te sientes como si fueras el próximo en un juicio con Dios- comentó de forma sarcástica Valentina. Marc ofreció su brazo para que bajaran juntos, las escaleras estaban pegadas a la pared y del barandal se podía apreciar los arreglos florales que hacían juego con las paredes del salón.

La música alegre resonaba por todas partes mientras los invitados platicaban a gusto mientras probaban los bocadillos; la novia, justo en el centro siendo admirada como si fuera la pieza de alguna presentación de arte.

Los volantes de los vestidos se mecían al compás de la música y hacían vibrar el suelo con los pasos sincronizados de todos en la pista de baile; esculturas de hielo y enormes arreglos florales adornan el salón junto con las damas que con  sus vestidos creaban un espectáculo para los ojos de los hombre. 

Lo noto, ella lo había notado y a pesar de tener una hermosa sonrisa en labios sus ojos demostraban lo contrario, aquel idioma que solo ellos podían hablar sin necesidad de palabras, solo gestos sutiles. 

-Ven, baila conmigo hermano- propuso Valentina mientras sujetaba ambas manos de Marc y sin poder negarse emprendió vuelo entre la multitud. Pasos torpes que luego fueron reemplazados por ágiles movimientos, integrándose de forma armoniosa a todos los invitados, la mezcla de las esencias de las damas que invitaban a los caballeros a un baile más cercano. Wanda se mantenía en el centro aun, observando con ojos cansados el revuelo que había, cualquiera que no estuviera en su lugar diría que es un cuento de hadas su vida, todo  planeado y perfecto para que nada fallara. 

-Wanda, querida hija ¿Por qué no bailas con tu esposo?- preguntó su madre acercándose de forma cautelosa y con la voz baja para no llamar la atención, todos aquí se alimentaban de los rumores y más de familias con un estatus alto. -Tengo toda la vida para bailar con él, no será este el último momento- respondió de forma tranquila, el corset que llevaba no le dejaba respirar pero tenía la figura que su esposo y la sociedad querían. -Sabes que se levantaran rumores- comentó de nuevo la madre, era consciente de lo que quería y en su lista no estaba bailar por el momento con su esposo. Observó con más atención la pista de baile y vio a sus hermanos menores, le ponía triste tener que separarse de ellos, no tuvo su vida para conocerlos, apenas unos pocos años atrás al fin lograron estar en la misma casa. Ya no podría contarle cuentos de maravillosos mundos llenos de fantasía a Valentina antes de que se fuera a dormir, y menos podría hablar de sus incertidumbres en la vida con Marc, decirle que podía ver la muerte en cada uno de sus sueños y que esta le parecía una amiga que su inevitable compañía en un futuro le alegraba las mañanas. La música dejó de sonar dando inicio a un brindis improvisado por el padre de su esposo, sujetando una copa de vino con su padre a lado y su madre detrás de ellos -Su atención por favor- pidió su yerno -La unión de nuestros hijos no solo a llenado de alegría nuestros corazones si no, también nos llena de seguridad que los pueblos bajo nuestro ducado prosperaran con los conocimientos de Alexander y su esposa. 

  Todos aplaudieron por el discurso del padre quien solo buscaba enaltecer a su hijo, no le molestaba en lo absoluto, no es propio de una dama buscar ser reconocida como a un hombre; siguieron los aplausos y la música sonando relajada que apenas y lograba escucharse por el salón, dando un intervalo para descansa. Los vio, se acercó con rapidez sonriendo a cada uno de los invitados que trataban de abordarla, -Me alegra verte Marc- comentó apenas y pudo estar cerca de sus hermanos,  Valentina mostró una gran sonrisa ajena a las emociones ocultas debajo de la música y el ruido de las gentes. Marc volteo en dirección de Wanda, aquel vestido blanco lleno de encaje y joyas de la familia, mientras que su peinado apenas dejaba salir algunos cabellos a propósito, un aura divina la envolvía.  -No fue fácil bajar-se detuvo, no quería ponerla triste en su día, aunque, era más el día de sus padres -Pronto comenzará los preparativos para tu luna de miel- comentó con cierta burla. 

 -Oh sí, y pronto comenzará la planificación de tu boda- dijo entre risas Wanda mientras Valentina observa con una sonrisa pícara, sus hermanos no saben cuando parar  con sus bromas hasta en los peores momentos. -Estoy seguro que ya hasta planearon cuando nacerán nuestros hijos- y al fin dejaron salir las risas, apartados de la pista. 

 Todos regresaron a bailar dejándolos más solos, pequeñas bromas entre ellos solo dejaban ver a la multitud lo unidos que son, y entre silencios las miradas con claras declaraciones de sentimientos prohibidos, sentimientos que por más que ocultaran se filtraban por sus movimientos. -Esperen- comentó Valentina -Iré por algo para tomar- se alejó perdiéndose entre la multitud, el silencio inundo entre los dos hermanos, que sin una sola palabra se alejaban entre  los pasillo viendo los cuadros colgados y muebles con floreros, algunos sillones con estampados de flores y mesas de centro pequeñas. 

 -Sabes, sigo pensando en que la muerte es el camino más cercano y fácil para mi- comentó Wanda de forma tranquila, mientras dejaba descansar su mano en el interior del brazo de Marc, -¿Y qué piensas hacer para llegar más rápido a ella?- preguntó, sabía qué dirección iba a tomar su charla, todo estaba listo. -Ya sabes cariño, todo con calma aun no pasan de las 5- y antes de que el sol dejara ver un amanecer para la pareja de casados Wanda abrirá su corazón a su fiel amiga la muerte -Lo se, ya todo está listo, solo hace falta que los deslumbres en la pista- Marc dijo mientras sujetaba la barbilla de Wanda con sus dedos pasando su pulgar entre sus rosados labios, que en noches oscuras y ruidosas pudo descansar. 

-Iré pero, solo contigo sosteniendo mi mano, solo tú puedes sostener mi corazón- y así dieron inicio al último baile, entrando en el salón llamaron de inmediato la atención de todos los presentes. La música comenzó, giros que hacían lucir a los hermanos, con sus rostros llenos de calma sabiendo la tormenta que se avecinaba, Alexander observando con una gran sonrisa tonta listo con la capa de su amada, listo para abordar su carruaje e iniciar su ducado. 

Su baile era la única excusa para tocar su piel desnuda de sus hombros y sujetar con firmeza su cintura, unos últimos giros más y solo dieron una reverencia a ellos mismo. 

-Querida es hora de irnos- comentó con alegría Alexander, Wanda tomó su abrigo y se despidió de su padres y hermana, la salida se abrió para la pareja, dio una última mirada a Marc y solo pudieron sonreír. 

La marcha de los caballos era continua, el camino iba poco a poco iluminando por la salida del sol, el chillar de los caballos los sacó de su silencio, deteniendo el carruaje de forma abrupta. Y pronto los gritos de chaperón inundaron el bosque, silencio otra vez. 

La puerta se abrió con furia dejando entrar a los bandidos y aunque Alexander trató de arremeter contra ellos solo logró que lo dejaran inconsciente,  -¿Estás lista Wanda?- preguntó uno de los hombres encapuchados ofreciendo una daga hermosamente decorada de rubíes. 

-Si- afirmó tomando la daga y apuñalando su corazón. 

Y con el amanecer de testigo abrió su corazón a la muerte y sentimientos prohibidos que la acompañaran a la fantasía de algún momento encontrarse en sus siguientes vidas.                                                                  

Mi corazón abierto antes del amanecer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora