- Su rostro fue el edén de mi noche, tan vibrante como su risa, iluminando cada hueco en mi; agarre sus curvas como si fueran mías, sentí morir, desde aquella noche no sale de mi mente su mira, más punzante que mil púas recuerdo cada rose me deleito con ello, no susurro nada a mi oído, Fueron dos grandes labios los que se ponderaron de mi ser, ahora siento pertenecerle.