PRÓLOGO

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Las bellas luces nocturnas de la cuidad de New York se encargaban de darle vida a la cuidad, mientras que por sus afueras de la gran manzana multitudes de personas caminaban a su vez que vehículos de motor se encargaban de hacer rezonar lo que sería aquel corazón artificial que le daba vida a tan renombrado lugar. Aquella cuidad era una de tantas tan conocidas, su prestigio la había hecho ganarse su fama dentro de aquella nación llamada Estados Unidos.

Usualmente las personas se encargaban de sus propios asuntos, ignorando a los demás porque ¿Qué sentido tiene la vida si te metes en asuntos ajenos? Esa era la razón por la cual esa parte de aquel continente llamado América pertenecía a una de las potencias mundiales, pero todo aquello daba igual, no era de suma relevancia.

Dentro de uno de los edificios centrales de la gran manzana, un hombre bajo en Central Park para posteriormente encaminarse a dicho edificio a pasos lentos, llegando a chocar con una que otra persona que lo miraba con el ceño fruncido, mientras que otros le dedicaban una que otra simple maldición. No le importaba nada.

---¡Good night Mr Rayleigh!--- le saludo el hombre encargado de la recepción, conocía al rubio que hasta hace unos días se tuvo que ausentar para volver a su país natal por algunos asuntos personales, Japón.

Aquel hombre rubio ya era reconocido por ser embajador de una exitosa empresa, sin embargo esta vez solo se limitó a responder con un simple ademán de mano para luego entrar al elevador. Precioso el botón con el número 5 el cual lo llevaría al piso de su departamento, no decía nada solo escondió sus manos en sus bolsillos.

Al llegar camino despacio como si no existiera algo en particular por el cual volver, en el número 1001 paro para sacar su llave, ingresarla en el cerradura, movió la perilla del picaporte e ingreso.

Dentro de aquel espacioso departamento las luces nocturnas eran las únicas que daban indicios de donde estaba cada objeto para evitarle chocar, pero no hizo mucho, conocía de memoria su departamento, después de todo llevaba años ahí.

Camino en silencio para luego dejarse caer apoyándose en el sillón, no dijo nada, solo lloró.

Estaba solo en aquella habitación, todo se comenzaba a nublar y la razón le fallaba, estiro su mano hasta mesa de la cual tomó una botella de vodka, misma que abrió y comenzó a beber directamente del embase, dio varios sonoros tragos dando a denotar que aquel líquido le quemaba la garganta, pero lo necesitaba, solo paro de beber cuando era necesario respirar.

---mierda--- susurro entre sollozos, ---- devuélveme a Roger---- pero eso fue lo único que pudo decir antes de nuevamente entregarse aquella botella.

Esa noche bebió y lloró como nunca pensó que lo haría. Ahora estaba solo, había perdido al amor de su vida, su alma gemela, nuevamente era un alma solitaria que no tenía nada, porque lo que más amo lo había perdido.

El abrir del pasado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora