30 - Final.

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Ama a quienes amas mientras los tienes. Eso es todo lo que puedes hacer. Déjalos ir cuando debes. Si sabes cómo amar, nunca escaparás.

- Ann Brashares.

Escuchaba risas a mi alrededor, y una luz que cegaba y no me permitía abrir mis ojos.
¿Quién me había sacado de casa estando yo dormida?

Gruñi, tratando de quitar la inexistente sabana que cubría mi cuerpo y eso me extraño más, afuera hacía frío y ninguna cobija cubría mi cuerpo. ¿Entonces porque sentía la calidez de ser arropada?

-Ya es tarde - Murmuró una voz que conocía muy bien -.

El corazón salto en mi pecho, y mis ojos comenzaron arder apesar de tenerlos cerrados.

-¿Sigue dormida? - Esa voz, también que la conocía -.

De un momento a otro sentí mi cuerpo temblar, mi pecho comprimirse y unas ganas inmensas de llorar me abordaron. ¿Que estaba pasando? ¿Todo había sido un sueño?

-Papá, papá - El grito de una voz infantil me alerto -. La pelota se quedó atascada en el árbol.

-¿Que te e dicho de jugar cercas de ese árbol? - Dijo la voz de papá de manera severa -. Vamos a bajar esa pelota.

Deje salir un suspiro lastimero y comencé abrir mis ojos lentamente. La luz que hacía que mantuviera los ojos cerrados, se trataba del sol, las copas de unos árboles lo cubrían un poco pero el otro poco daba de lleno a mi rostro, al tener la mano levantada y cubrirme un poco del sol pude detallar todo a mi alrededor. Parecía un bosque, uno muy bonito, aves iban y venían cantando pero entonces mi mirada se quedó en la fuente de esa voz. Era ella, sin duda alguna era mi madre, aún que quizás se veía más joven, sus mejillas eran más rellenas y su mirada era más vivas, más expresiva.

-Despertaste - Me sonrió, alegremente -. Te estábamos esperando para comer.

Y con eso, se puso de pie, y comenzó andar lejos de mi, al instante me puse de pie y comencé a seguirla, el camino a dónde se que íbamos era precioso, a lo lejos se veía un río, el cielo era tan azul, sin duda este lugar era muy hermoso. Al llegar a dónde estaba papá pude verlo jugar con la fuente de esa voz infantil.

Era una hermosa niña, quizás de unos cinco años, su cabello era castaño oscuro, ojos grandes color marrones tirándole casi a negros, ella sonreía hacía a mi, le faltaban al rededor de tres dientes y aún así me parecía la niña más hermosa que jamás hubiera visto.
Si esto era un sueño, no quería despertar. Quería estar aquí junto a ellos.

-Hice arroz con pollo - Dijo mamá al estar frente a mi en la mesa de madera que había bajo un árbol cercas del lago -. Tu favorito.

No hacían falta palabras, al menos para mí, ya era más que suficiente tenerlos frente a mi, comer con ellos. Se sentía surreal estar aqui junto a ellos.
L

a niña de la cual aún no sabía su nombre, comenzó a jugar con su balón, corría y reía por todo el sendero.

Se veía tan feliz.

-Te hemos echado mucho de menos - Dijo papá por primera vez -.

-Estamos tan felices de que estes aquí - Mamá sonrió pero la sonrisa no llego a sus ojos -. Pero, sin embargo aún no es lugar para ti. No deberías estar aquí.

-Mamá...

-Estamos muy felices de verte pero no aún, no es momento de que estés aquí.

Mire a mi alrededor tratando de entender sus palabras y entonces lo entendí, yo no estaba con vida o al menos mi mente me lo hacía ver de ese modo. Pero si eso significa estar con ellos unos instantes, valía la pena cada momento.

Con forme pasaban las horas, minutos, segundo. No sabía bien, el tiempo aquí parecía ir tan rápido pero a la vez tan lento.
Debo admitir que no me cansaba de mirarlos, ver sus expresiones, su manera de hablar esa que hace mucho no escuchaba. La niña por otro lado reía y jugaba con su pelota y de vez en cuando se acercaba a mi a jugar un poco.

Mamá contaba lo bien que la pasaba aquí pero que había momento en los que nos extrañaba a cada uno de sus hijos.

-Quiero que estén bien - Dijo mamá mirando hacia el lago -. Diles que estamos muy orgullosos de ellos. Que no se sientan mal porque ya no estamos, que aún que ellos no nos vean estamos ahí, en cada paso, en cada movimiento que dan

<<Que estamos en cada momento de su vida, que así como nunca los dejamos solos en vida, nunca los dejaremos. Que sin importar que pase, que camino decidan tomar ahí vamos a estar para guiarlos, y ayudarlos en lo que más podamos. - Tomo mi mano y me sonrió -. Nosotros somos felices si ustedes lo están. El tiempo que la pasaste mal, tu padre y yo también la pasamos así.

<<No tengan miedo de seguir sus vidas, de volver a sonreír, soñar, de encontrar las ganas de seguir. Eso a nosotros no nos hace sentir mal, al contrario, siempre queremos que sigan, que sin importar las veces que caigan ustedes se levanten y sigan, como se los enseñamos. Los amamos demasiado.

-Nosotros a ustedes - Me atreví a decir en nombre de todos mis hermanos -.

Ese abrazo que mamá me dio, sabía que está vez si sería el último hasta que nos volviéramos a encontrar. Esta vez, si que pasaría un tiempo.
Lo había sentido en cada parte de mi cuerpo, era el último y aún así se sentía como el primero, el de papá fue igual.

Tenían sabor a despedida, a no me pide despedir adecuadamente de ti, pero en esta ocasión si, me despido y lamento esa vez no hacerlo. Aquí estoy y siempre estaré. Y el de niña, que ahora sabía que era mi hermana, esa abrazo también que lo disfrute.

-Gracias, gracias por dejarme tener ahora a mi, a mis papitos - Me susurro tiernamente cerca de mi odio -. Muchas gracias, hermanita, me hacían mucha falta.

Y eso terminó por hacerme llorar, había pensado mucho tiempo mi dolor. En como me sentia, en qué los quería conmigo pero jamás me detuve a pensar, que ellos también sufrían estando con vida, en qué había alguien más esperando volver a verlos.

Los abrace más fuerte a todos por una última vez. No era una despedida, era un hasta pronto pero eso no quería decir que dejaría de dolor pero si que seguiría adelante por mi y por ellos.

Cartas al cielo (Bilogía Más Haya De Tu Muerte I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora