CAPÍTULO 13

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CAPITULO 13






La semana pasaba y cada vez que podía mostraba la fotografía a Thomas y éste se molestaba. De cierto modo era gratificante.

En dos semanas terminarían las clases y en tres cumpliría la mayoría de edad, el tiempo pasaba muy rapido y pronto regresaría a mi casa, aunque fuese al lado era un gran alivio.

Estaba en la habitación después de llegar de la cafetería leyendo para los últimos exámenes cuando alguien tocó la puerta.

—Adelante

—Sam —Emma abrió la puerta y la miré.

—¿Si?

—Con Jack cenaremos fuera, Thomas salió un momento supongo que no tarda en volver. Dejé la cena lista.

—Claro, pasenla bonito —sonreí

—Gracias querida.

Miré la hora y eran las 7:15 pm. Esperaría 15 minutos más, si no regresaba cenaría sola, no tenía problema con eso. Los minutos pasaron y bajé para cenar en la cocina, entre que terminaba de lavar lo utilizado el reloj marcaban las 8 cuando escuché la puerta y un malhumorado Thomas entraba por ahí.  Antes de que me viera corrí hasta la sala y me senté en el sillón aparentando estar casual.

—Demonios, ¿que haces ahí como fantasta? —preguntó fastidiado y lo miré.

—No te importa —encogí los hombros y mostré la fotografía.

—Lo tengo, ahora dame eso —intentó arrebatarme.

—No, pasamelo.

—No tengo tu número

—Bien —volví a mirar la fotografía y suspiró pesado

—Anota —me dió su móvil y sonreí levemente, pero no era por ninguna emoción en especial.

—¿Estás pidiendo mi número? Está sucediendo más rápido de lo que pensé —dije para molestarlo mientras anotaba mi numero y mi nombre con un corazón, para que se irritara más.

—¿Por qué eres así? —cuestionó mirando y encogí los hombros sin importancia.

—Envialo.

Segundos después mi móvil sonó con el archivo.

—Te agregaré como bebé calabaza —escribí.

—No tienes que hacerlo, de todos modos ya borré tu número.

—Oye —lo miré mal

—Ahora dámelo —extendió su mano

—Bueno. —me levanté haciendo unos pasos para atrás —lo tendré un tiempo más como garantía.

Subí corriendo las escaleras y él por detrás diciendo diferentes insultos hasta que me encerré en la habitación.

—Samantha abre la maldita puerta

—No, mientras seas así de grosero ni lo sueñes.

—¡Abre! —golpeó con fuerza

—¿Que pasó con el Thomas educado e intelectual? —reí

—Era un trato, ¿no tienes palabra?

—Claro que la tengo, pero no dije que te la devolvería de inmediato bebé calabaza. Además, es mejor mantenerte controlado.

No respondió, pero pude escuchar el azote de la puerta de su habitación.

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