La amenaza.

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Christy pov:

Llevé a Kylie que tomando mi mano sonreía. Verla feliz no tenía precio alguno.

Me rodeó con sus brazos, besó mi mejilla y corrió hacia la que parecía ser su madre.

Pero no sabía dónde se encontraba Austin. Y tampoco sabía qué hacer, si quedarme haciendo el proyecto final o irme a tomar un poco de aire.

Opté por la segunda opción y salí del instituto a tranquilizarme, y tal vez a pensar en quién era el hombre curioso del entrenamiento.

Pero antes que nada, necesitaba hablar con Austin; tenía el presentimiento de que algo iba a suceder. Encendí mi anticuado móvil y le telefoneé en tres ocasiones siendo exacta. A la tercera y última contesto, su voz se escuchaba entrecortada.

—Hola... —dijo.
—Hola, ¿Te pasa algo?
—No, es solo que estaba dirigiéndome a casa caminando y ya sabes que es algo largo el trayecto...

Sabía que me estaba mintiendo.

—Está bien, pero... ¿Qué había pasado con Adam y el resto de tus amigos?
—¿Dónde estás? —me interrogó cambiando de tema.
—Por los alrededores de West. ¿Por qué?
—No, por nada. Hablamos después, cuídate.
—Adiós, igualmente.

¿Qué le pasaba?

Me sentía confundida y exasperada.

Lo más probable era que ir a descansar me haría mejor, y eso hice; ir a casa.

Más o menos por la mitad del camino, percibí unos pasos detrás de mí. Volteé, pero no había rastro de algo o alguien, así que seguí caminando precavida de lo que pudiera pasar.

Nuevamente escuché los pasos y el corazón casi sale de mi pecho. Y al ver atrás, sí había alguien: El ente vestido de negro. Y sin dudarlo corrí lo más rápido que pude, pero no fue suficiente.

Sacó de uno de sus bolsillos una navaja y la rozó con mi cuello, susurrándome al oído:

—Hola, Miller.

¿Miller? ¿Este tipo quién era?

Prosiguió:

—Es mejor que te alejes de tu noviecito o lo que sea ese pelmazo, si no quieres morir; obviamente. Hasta la próxima, joven.

Me soltó y corrió como alma que llevaba el diablo. Todo me daba vueltas y respirar se me dificultaba, a tal punto que tuve que tomar equilibrio de un árbol al lado de la acera y justo allí las lágrimas brotaban con gran facilidad de mis ojos y vomité a un lado de mí.

Ese sujeto... Ese sujeto era del que hablaba Kylie.

Mareada todavía llegué a mi hogar, lugar donde me recibió mi madre con preocupación.

—¿Te encuentras bien, Chris?
—Este, sí...
—Sabes que puedes decirme lo que quieras; por favor, dime qué te ha sucedido.
—Nada Mamá —Hice mi mejor sonrisa falsa.
—La cena se encuentra en el horno, hice ese tal "Cheesecake" que tanto te gusta de postre, te acompaño; si gustas...
—Por supuesto Mamá —Le sonreí.
—¿Por qué has llegado tan tarde? Son las 10.30, ¿Así de complejo está tu proyecto? —Preguntó compasiva.
—Mmm sí, ha estado más extenso de lo que pensé.
—Pobre... Mira el lado positivo, hoy es viernes; podrás dormir hasta la hora que te plazca.

Iba a continuar con mi festín, hasta que recibí un mensaje; uno de Amelie y otro de Austin. El de Amelie decía que necesitaba saber si asistiría al próximo entrenamiento, por lo cual dije que sí... Y el de Austin... Decía que venía en camino a mi casa. ¿Por qué? No tenía especificación.

Mi Madre fue a dormir, después de ver una película deprimente que le recordaba a mi padre.

Luego de ella estar profunda, llegó Austin. Y abrí el cerrojo de la gran puerta de madera con temor.

Su mirada era decidida y seria.
No me dio tiempo de decir absolutamente nada y comenzó por darme un abrazo y decir:

—Perdón, perdón por traer tantos problemas a tu vida.

Y me besó, sentí como mi piel se erizaba, agarró mi cintura y me cargó, poco a poco, ambos nos sumimos en dicho beso cerrando los ojos y él sonrió mientras mordía mi labio inferior, haciendo que este me doliese.

Acariciar sus labios me hizo olvidar lo pasado hacía tan solo un pequeño intervalo de tiempo.

Anhelaba sentir sus labios sobre los míos, y pasó así, sin más... Y era inevitable que la satisfacción recorriera cada fibra de mí.

Desde aquel díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora