Un mes después yo no podía ir a casa, así que no vería a Jonah para su cumpleaños y por eso lo invite a Vegas antes de que regresara a la universidad. Amaba tener a mi hermanito de visita y me emocionaba que conociera a Tom. Ya le había hablado mucho de él y quería saber qué tal le parecía a mí hermano.
Esperé en el aeropuerto a que llegara, Tom había ido conmigo porque la mayor parte de la tarde no tenía nada que hacer y me gustaba estar con él aunque ya comenzaba a frustrarme que siempre que comenzábamos a besarnos y las cosas parecían apuntar hacia algo, habría alguna cosa interrumpiéndonos.
- ¡Es él! - Apunté hacia un chico alto y delgado, llevaba una mochila colgada de los hombros, una gorra en la cabeza y los audífonos puestos. - ¡Es él, ya lo vi!
- ¿Dónde? No lo veo... - Me dijo. - Ah... ¿ese? - Señaló hacia la misma persona que yo decía.
Unos minutos más tardes yo saltaba al borde de una línea para que mi hermano me viera. Me encontró con la mirada una vez que Tom se cansó de verme saltar entre la multitud y me alzó cogiéndome por la cintura para que mis brazos extendidos y mi rostro fueran visibles por encima de las personas adelante.
- ¡Anna! - Me gritó cuando lo vi cerca. - ¡Anna, pero que pequeña eres! - Mi hermano se rio y me abrazó, sin soltar la segunda mochila que llevaba cargando en una mano.
- ¡Aw, pequeño tontito! - Lo abracé con fuerza, estirándome en las puntas de los pies mientras ignorábamos por un momento a Tom a nuestro lado.
Cuando nos separamos me estaba sonriendo ampliamente, sin importarle que le pellizcara las mejillas con mis manos mientras hacía un puchero, desde pequeños yo amaba las mejillas regordetas de mi hermanito, ahora no eran tan regordetas pero había bastante mejillas allí para jugar.
- No has cambiado ni un poco... - me dijo cuando finalmente lo dejé en paz.
- Bueno, bueno... te presento a Tom. - Volteé hacia él, lo miró y los dos se saludaron. - Jonah es mi hermanito.
- Déjalo en que soy tu hermano, Anna... - Me dijo avergonzado cuando Tom se rio.
- Anna habla mucho de tí. - Le dijo Tom, para hacerlo sentir mejor.
- ¿Sí? ¡Demonios! De seguro te ha contado solo mentiras... - Dijo para burlarse de mí. - ¿Te contó sobre la vez de los tops?
- No, no le conté de eso... - Le dije avergonzada, - ya tendrán tiempo de hablar, ¿no quieres llegar primero a casa? Sí, sí, te gustará ver mi apartamento, ¿no lo has visto, verdad?
De camino al auto escuché con resignación a Jonah contandole a Tom acerca de como cuando tenía catorce años él decidió coger un sostén, el primer sostén que mamá me había comprado y fue de paseó por toda la casa gritando "¡miren el corpiño de Anna!" y claro, lo primero que se me ocurrió gritarle fue educativo "¡no es un corpiño: es un sostén!" y Jonah lo primero que hizo fue corregir su error y gritar "¡miren el sostén de Anna!" a todo pulmón por toda la casa, yo no lo sabía pero cuando alcancé a Jonah en la sala de estar y nos encontramos con el grupo de amigos de mi hermano sentados todos en el suelo viendo la televisión supe que no se quedaría en familia. Jonah estaba ya parado encima de la mesa con mi sostén alzado sobre su cabeza. Me había puesto roja como un tomate pero al final fue Jake quién cogió a Jonah y lo cargó - a la vez que éste mostraba mi primer sostén a los chicos mayores - llevándolo a la cocina y dándome mi sostén. A Jonah le encantaba esa historia, le hacía sentirse alegre, en ese punto de mi vida no me causaba mucho conflicto pero cuando era más joven había llorado; en parte me había sentido avergonzada porque desde que tenía doce años me gustaba uno de los amigos de Jake, era un chico que nunca me hizo caso y de haberlo hecho seguramente no habría terminado muy bien.
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Memorias (Tom Kaulitz Fanfiction)
Fiksi PenggemarAnna Kościuszko era una chica joven recién egresada de la universidad cuando consiguió su trabajo de ensueño como comentarista deportivo en Las Vegas y conoció al campeón mundial, al boxeador favorito de Nevada: Tom Kaulitz. Ahora su afán por gana...