•J A D E•
Dicen que madurar es aprender a estar solo y elegir no estar con la primera persona que se atraviesa en el camino. Cuánta razón tenían, si no amas tu soledad no esperes ser feliz amando a alguien cuando no te amas a ti.
Entro al baño del avión y observo a través del espejo mí deteriorado ser, ni las horas que he dormido durante el vuelo han servido para que las oscuras ojeras desaparezcan: Me veo como una mierda, no existe otra expresión que describa mi apariencia o mi estado anímico. Gracias al cielo los hematomas de mi cuello no son tan notorios, podrían pasar desapercibidos a simple vista, parecen manchitas moradas como si fuera algún tipo de sombra que se corrió, pero mi muñeca no corrió con la misma suerte. El moretón se expande del color negro hacia el color rojo y termina en un amarillo nada agradable a la vista, duele con solo mirarlo.
Saco el maquillaje de mi bolso y comienzo a hacer mi magia, sé que no debería hacer algo como esto, pero sé muy bien cómo neutralizar el color azulado de los hematomas con corrector naranja. El naranja se cubre con corrector normal y como si nada hubiera pasado. Completo el maquillaje con base de baja cobertura y aplico un poco de blush para darle un poco de color a mi rostro pálido. Aliso mi chaqueta color café claro y organizo el suéter blanco con relieve. Salgo del cubículo a toda prisa cuando el piloto anuncia que estamos a minutos de aterrizar y me coloco el cinturón de seguridad antes de que empiece el ajetreo.
Es de mañana en Seúl, lo que quiere decir que mi día aquí acaba de iniciar y no sé si me alcance el tiempo para realizar todos mis deberes. Tal vez mi hermana tenga razón con respecto a la explotación laboral, me ordenaron que apenas baje del avión me encamine hacia True Beauty para firmar el contrato y agilizar los trámites de mi residencia temporal en Corea del sur.
La sensación que más he sentido esta última semana es el nerviosismo. No trabajaré con personas desconocidas, aunque podría decirse que sí lo son para mi, debido a que ha pasado más de media década desde que los vi por primera y última vez, y podría decirse que en ese entonces también eran desconocidos. No se puede conocer todo de una persona en tan solo tres días, no es lógico y menos, probable. En fin, quiero cumplir con mi trabajo a la perfección y demostrarles que no tomaron una mala decisión conmigo y eso me genera duda porque tal vez no soy lo suficientemente buena para ser maquillista de los Bad Clovers.
Sacudo mi cabeza un poco saliendo de mis pensamientos. Esto de esperar a la única maleta que traje conmigo, es reflexivo y terapéutico, mejor que una sesión de reflexión con un profesional. Salgo del aeropuerto arrastrando la maleta y con una sonrisa pintada en mis labios por el momento de reflexión en medio del lugar. Camino hacia la fila de taxis a un costado de la impresionante estructura, pero un hombre obstruye mi camino impidiendo que siga caminando y hace un reverencia la cual correspondo por educación.
- ¿Necesita un taxi? Acaban de cancelar un viaje.
-Ejem... -rasco la parte trasera de mi cabeza sin saber cómo declinar su oferta-...No es necesario.
-Insisto-y con eso agarra la manija de mi maleta obligándome a soltarla-Sígame.
- ¡Alto ahí! -exclama una voz femenina.
Doy media vuelta para ver a la dueña de la voz. La cabellera roja de Sujin, creo que así se llama, se abre paso entre tantas personas que entran y salen del aeropuerto.
-Uf...esperen un momento-hace una seña con su dedo mientras se inclina hacia adelante para recuperar el aliento-Voy a golpear a mi instructor de gimnasio. Se supone que mi resistencia física no debería estar tan deteriorada, me estafo el muy imbécil.
Aprieto mis labios para evitar reír. Cuando la vi por primera en el set de los BC me pareció una chica amable, inocente y tímida, pero solo necesite ver cómo le jalaba el cabello a Nolan y pateaba a Hoo Joon para saber que no era ni tímida ni inocente. Me agrada bastante.