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—Prince, estoy hablando contigo.—el señor Hilliard iba detrás de su hijo como alma que llevaba el diablo.—¿cómo es posible que hayas reprobado tres materias?—cuestionó más que molesto.

Prince no había dejado de comportarse como un niñito malcriado desde que entró en la adolescencia, sus padres pensarían que con el tiempo eso cambiaría, pero a sus 18 años, seguía siendo el mismo.

—pues... no se, me dió flojera estudiar.—se encogió de hombros entrando a la cocina para abrir el refrigerador.—¿por qué nunca hay nada que me guste en esta casa?

—Prince...

—Alice ¿puedes hacerme unas galletas de chocolate con chispas? Llévalas a mi habitación cuando termines.—le habló a la cocinera de la casa mientras ignoraba olímpicamente a su padre.

—Alice, no le hagas nada.—advirtió el señor Hilliard a lo que la mujer solo asintió.—Prince, ya basta de esta actitud, estoy harto.—pronuncio entre dientes.

—¿si? Pues yo lo estoy más, estoy harto de esta casa, de ti, de todos.—señaló a su padre y a los alrededores de la gran casa.—me voy a mi cuarto.

—¡Prince!

—¡déjame en paz!

[👑]

Una canción sonaba en los audífonos de Prince a todo volumen mientras movía su cabeza al ritmo de esta, sus dedos se movían habilidosos sobre el teclado táctil de su teléfono.

Yo: estás loco si crees que mi padre me dejará ir, reprobé tres materias, no me colgó del cuello porque lo ignoré, pero ni en broma me dejará salir.

Noah: andaaaa, por favor, si quieres le digo a mi padre que lo convenza, pero tienes que venir, mi padre me compró un nuevo juego para la consola.

Yo: mmm, eso si me suena tentador.

Noah: ¡genial! Te veo aquí.

Yo: ¿qué? No, ¡Noah!
Yo: NOAAAAAAH

—maldito.—pronunció con los ojos entrecerrados cuando el chico no le volvió a contestar.

Bufó y salió de su cuarto para buscar a su padre, lo encontró en su oficina detrás de su computadora, trabajando de seguro, como ya era costumbre.

—papá...

El hombre levantó la cabeza cuando escuchó la voz de su hijo.

—ahora no puedo Prince, estoy ocupado.—regresó la mirada a la pantalla.

—Noah me invitó a dormir a su casa ¿puedo ir?

El señor Hilliard levantó la cabeza una vez más y miró a su hijo incrédulo.

—¿de verdad crees que después de lo de hoy te mereces salir?

El rubio suspiró rodando los ojos.

—por favor papá, si quieres después de esto me castigas, pero al menos déjame ir a la casa de Noah esta vez.—suplicó.

El señor Hilliard se quitó los lentes dejándolos sobre su escritorio y cerró su laptop antes de volver a hablar.

—más te vale no darme ningún disgusto Prince, te dejo ir solo porque es Noah y su padre es mi amigo, pero mañana temprano te quiero de regreso aquí.

El Príncipe | Gay |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora