Lo cierto es que hay algo que Vegetta había estado notando desde hace un tiempo. A lo mejor era idea suya, se lo estaba imaginando o algo así, pero podía jurar que Quackity estaba mucho más cercano a Rubius que antes. No es que pensara que Rubius le estaba siendo infiel, Vegetta no era una persona celosa ni desconfiada, todo lo opuesto, confiaba mucho y en especial confiaba en Rubius, pero contrario a lo dicho recientemente, se sentía... celoso. Siempre supo que Rubius y Quackity eran como uña y carne, lo sabía desde antes de salir con Rubius y él siempre le dijo que Quackity era como un hermano para él, por lo que Vegetta jamás tuvo razones para desconfiar. Aun así, Quackity en estos momentos... estaba probando su paciencia.
—¡Rubiuuusss! ¡Préstame atención, rubia tetona!
—Joder, ¿qué quieres ahora, niño?
—Dame dinero, porfas. —Antes de que Rubius pudiera decir que no, Quackity saltó a su espalda y se le pegó como lapa—. Porfaaaaa, es para el transporte, no vas a dejar a tu queridísimo amigo botado en la calle, ¿no? De todas maneras, no te soltaré hasta que me des dinero.
—¡Está bien! Ten, toma tu dinero, pero ya bájate, que pesas. —De inmediato tenía las monedas en su mano, las cuales Quackity recibió gustoso.
—Ahhhh, muchas gracias, mi amor. Que Dios te lo pague. —Antes de salir corriendo, le agarró con brusquedad el rostro y le dio un besito en la mejilla derecha.
Mientras que Rubius se quejaba de como siempre le robaba dinero, a la vez que se frotaba la mejilla donde le había dejado el beso, la mente de Vegetta comenzaba a divagar. Se sentía terriblemente incómodo cada vez que esto pasaba, cuando Quackity se sentaba en las piernas de Rubius, le hablaba al oído, le acariciaba de manera discreta y se comportaba como si Vegetta no estuviera ahí; lo peor es que Rubius ni siquiera parecía darse cuenta. Cualquiera diría que Vegetta estaba exagerando, que son actos inocentes y quizás estaría de acuerdo en cualquier otra ocasión, pero lo que más incomodaba a Vegetta era que se daba cuenta por cómo Quackity miraba a Rubius, por su lenguaje corporal, por las palabras que usaba. Se daba cuenta porque se podía sentir identificado con Quackity y eso le dejaba un sentimiento horrible en el estómago.
Sin embargo, Rubius no se daba cuenta, no era consciente de esto que solo Vegetta parecía notar, lo que lo dejaba en una situación complicada. Vegetta no quería verse como un novio celoso, por lo que trató de olvidar toda esta teoría que se hizo en su cabeza. Quién sabe, tal vez sí se lo estaba imaginando. Solo sabía una cosa y es que nada saldría bien si le decía a Rubius lo que estaba pensando, así que se quedó callado. Quizás era lo mejor.
[...]
Debido a su última y extraña interacción con Quackity, Luzu no se atrevía a volver intentar hablarle de manera casual. Por ahora, se había dedicado a seguir observándolo de lejos, las cosas iban mejor así. Tampoco es como si fuera a convertirse en un acosador, tan solo lo miraba cuando se daba la ocasión. Por lo tanto, se había dado cuenta de algunas cosas, como que Quackity solía almorzar más comida mexicana que otra cosa, también se había dado cuenta de que cada día llevaba un gorro distinto, y que cuando se encontraba solo y sin nada más que hacer se ponía a jugar Minecraft, lo cual le hacía un poco de gracia. La verdad, Luzu se había dado cuenta de tantas cosas de solo observar a Quackity, que hasta le daba un poco de vergüenza admitírselas a sí mismo. Se encontraba enganchadísimo de un chico con el que había hablado una sola vez, no se sentía orgulloso, pero no podía evitarlo.
Si bien se había dado el tiempo de notar aquellos pequeños hábitos, eso no significaba que Luzu no haya notado lo atractivo que era el chico que ocupaba sus pensamientos. Cabello largo y negro, piel blanquecina y lisa, labios rosados que a menudo se encontraban en un puchero, y ojos oscuros que ansiaba miraran en su dirección alguna vez. Aunque preferiblemente no cuando ya se encontraba mirándolo, o ahí sí que viajaría al otro lado del mundo y no volvería jamás.
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you hate to love me [luckity]
FanfictionPor eso, cuando él apareció gritando, riendo, bromeando, sin tapujos y ni una pizca de vergüenza, muy en el fondo se sintió frustrado, porque debería estar juzgándolo, odiándolo y sintiéndose terriblemente incómodo con tal contraste a su propia pers...