1

1.5K 138 112
                                    

¡Las 5:30!

Otra vez la misma hora, Jeno ya ni siquiera se digna a responder las llamadas, desde que su padre lo ascendió no hay quien lo despegue del trabajo, y para mi mala suerte, yo tampoco soy razón suficiente.

En las últimas semanas ni siquiera ha venido a comer, yo sé que no le gusta la comida comprada y simple, es por ello que; cada que sé que está en su oficina, le llevo la que preparo aquí. Comemos tranquilos, suele besarme un poco ¡pero enseguida vuelve a sus asuntos de trabajo!
En verdad entiendo que su nuevo cargo conlleve muchas responsabilidades, sin embargo, me es imposible no sentirme dejado de lado. No me enorgullece decirlo, pero soy muy dependiente de Jeno y sus muestras de afecto, de sus abrazos, de sus besos, sus caricias, hace más de un mes que no tenemos intimidad y eso me está irritando, yo no sé cómo él está aguantando eso.

El sonido del timbre me saca de mis pensamientos, ah, no importa, no tengo ánimos de recibir gente, que siga sonando, no me voy a levantar del sofá.

—¡JAEMIN!, abre la puerta—¿Jeno? Ah, seguramente olvidó las llaves, no es de extrañarse.

—¡Voy!—Me pongo mis pantuflas y con toda la pereza del mundo me levantó del sofá.

Abro la puerta y lo miro.

—Hola cielo, lo siento, olvidé las llaves en algún lado, no las encontré.

—Jeno, ya te he dicho que tengas cuidado con las llaves, no puedes ser tan descuidado.

—Sí, lo que digas, tendré más cuidado.

Se quita los zapatos, deja el saco en el sofá y se dirige a su oficina, porque sí, llega a la casa ¿y qué hace? ¡seguir trabajando!

—¿Vas a comer?—Por favor di que sí.

—No, ya comí, vine porque me hacían falta unos documentos que dejé en la mañana.

No le contesto, y aún si lo hago no me va a oír porque ya ha cerrado la puerta. Una vez más mi oportunidad se esfumó.

Trato de ser optimista, no me voy a rendir, es hora de sacar el as bajo mi manga.

Tal vez, si me pongo muy bonito, Jeno no pueda resistirsé y por fin me dé la atención que merezco. Entró a mi closet emocionado, ¡hay tanta ropa nueva que compré para esto! Mis manos recorren todas las prendas, todo está inundado de mi perfume y mi olor es el artefacto perfecto para hacerlo caer.

Sigo buscando qué ponerme hasta que mis manos dan con una prenda que adquirí hace poco, es una camisa blanca con pequeños encajes en las solapas y un poco transparente, cuando me la probé se veía preciosa, esta es la ocasión perfecta para usarla.

Me dejo los mismos pantalones, al fin y al cabo no tenía mucho rato de haberme bañado y cambiado, lo único no favorable era la camisa que tenía.

Tal vez un poco de maquillaje pueda darme un plus y servir. Rara vez me pongo maquillaje, pero estos días he estado tan triste que siento que mi cara parece como si hubiera estado enfermo, así que no vendrá mal.
Ahora sí, estoy listo, tal vez si le llevo una bebida se relaje un poco, voy a la cocina y preparo una limonada, es su bebida favorita.
Termino tocando la puerta y escucho su voz.

—Pasa

—Mira amor, te traje la limonada que tanto te gusta—trato de poner mi mejor sonrisa pero ni siquiera voltea a verme.

—Déjala ahí.

Pongo la bandeja en la pequeña mesa que está a un lado y me siento frente a él.

—¿Mucho trabajo?

âme ♤ nomin OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora