El sitio sin gente

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En el recorrido incesante por incontables planetas, atravesando nebulosas y navegando entre estrellas, la búsqueda implacable persiste, una búsqueda que trasciende las fronteras del cosmos y se adentra en los misterios del alma.

En el éter infinito, la nostalgia es el fiel compañero de aquellos que han perdido algo que ni siquiera pueden recordar. ¿Qué es lo que anhelo? Una pregunta sin respuesta, un eco en el vacío del tiempo.

En un nuevo rincón del universo, una tierra promisoria se revela ante mis ojos, una tierra donde las estructuras de una civilización perdida yacen en silencio. La soledad abraza las calles vacías, una ciudad sin habitantes, un escenario de desolación y misterio.

Caminando entre edificaciones silentes, la paradoja de la normalidad se despliega ante mí. ¿Cómo puede ser que un lugar tan pulcro y ordenado esté desprovisto de vida? Las preguntas se acumulan en mi mente, pero las respuestas siguen siendo esquivas.

Los árboles susurran melodías ancestrales, una sinfonía que evoca recuerdos olvidados. Cada hoja danza al compás del viento, una danza etérea que me transporta a tiempos que ya no existen, a lugares que solo habitan en la memoria.

Pero en medio de esta quietud, una inquietante revelación emerge. ¿Dónde están los habitantes de este mundo aparentemente perfecto? Las sombras se alargan en las paredes, testigos silenciosos de una ausencia inexplicable.

Las luces de la ciudad se encienden, iluminando el paisaje nocturno con una belleza irreal. Pero la belleza no puede ocultar la soledad que se cierne sobre mí, una soledad que se vuelve más abrumadora con cada paso que doy.

En las ventanas de las casas, las sombras se congregan en silenciosa compañía. Dos figuras entrelazadas, compartiendo un destino incierto en la penumbra de la noche. Pero incluso en su unión, percibo una tristeza que se refleja en mi propio ser.

El anciano en las ruinas de una ciudad olvidada me ofrece sus palabras sabias, un consuelo efímero en medio del abismo emocional. ¿Qué es la felicidad, sino un sueño esquivo que persigo en vano?

El encuentro con ella, el anhelo cumplido, pero el dolor persiste. Amarla es un acto de sacrificio, una renuncia dolorosa en pos de su bienestar. El amor no siempre es sinónimo de felicidad, a veces es un eco lejano en el silencio de la noche.

Y así, en un instante de claridad, comprendo la verdadera naturaleza de mi búsqueda. No se trata de encontrar a alguien que me ame, sino de encontrar a alguien a quien amar incondicionalmente, aunque eso signifique enfrentar el dolor y la incertidumbre.

En las profundidades del olvido, enfrento mi destino con valentía. La nada se extiende ante mí, una oscuridad impenetrable que amenaza con devorar mi ser. Pero aún así, sigo adelante, en busca de la luz que guíe mi camino.

Y finalmente, en el abrazo de su amor, encuentro la redención. En sus brazos, la soledad se disipa y el dolor se desvanece. Juntos, enfrentamos el futuro con esperanza, sabiendo que el amor es el único antídoto contra la desolación del alma.

En este mundo sin gente, donde las sombras y los recuerdos se entrelazan en una danza eterna, encontramos nuestra felicidad. Aunque el camino haya sido largo y doloroso, al final del viaje, nos encontramos el uno al otro.

Y así, en el susurro del viento y el murmullo del río, hallamos la paz que tanto anhelábamos. En un universo vasto e indiferente, nuestro amor es la única certeza que tenemos, un faro de esperanza en la oscuridad infinita.

Porque al final del día, lo único que importa es estar juntos, en cuerpo y alma, enfrentando el mundo con valentía y amor. Y en ese abrazo eterno, encontramos nuestro hogar, nuestro refugio en medio de la tormenta.

Soy feliz, soy muy feliz, y en este momento, en este lugar, eso es todo lo que importa.

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⏰ Última actualización: Apr 15 ⏰

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