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Me levanto más temprano de lo que esperaba. Los nervios del próximo partido me tienen alerta incluso mientras duermo.

—Maldita sea... cerebro estúpido. Podríamos dormir más. —Me digo en voz alta. Varios rizos me caen sobre los ojos y los aparto con la mano algo harto. Debo cortar pronto mi cabello o empezaré a parecer perro callejero.

A pesar de ser las 3 am, siento mi estómago pedirme comida, pero sé que no hay nada en el hotel, por lo que rebusco en mis maletas, intentando encontrar alguna barra energética que me pueda quitar el hambre. Me decepciono al no encontrar nada, por lo que vuelvo a mi cama, metiéndome en las cobijas para intentar volver a dormir, pero luego de dar unas diez vueltas y enredarme las piernas con las sábanas, me doy por vencido.

Tomo mi celular de la mesita de noche, sonriendo al encontrar un nuevo mensaje del alfa en quien no he dejado de pensar desde que supe que quería ir por mí al entrenamiento.

El día anterior había tomado un café con Hirving, dejando mi celular por completo en el olvido, al punto que, cuando por fin lo revisé a media noche, tenía sin fin de mensajes de varias personas, entre ellas de Lionel.

Su gesto me enterneció en sobremanera, provocando que sonriera solo con leer los mensajes, ganándome algunas burlas por parte de Lozano.

—Cierra el pico. No puedes decir nada cuando tú estás igual. —Le había dicho en tono serio, pero sin dejar de sonreír.

—Hasta mañana Pancho. —Me contestó y yo solo pude lanzar una almohada hasta su cabeza, la cual chocó con la puerta cuando el maldito lobezno escurridizo salió corriendo, esquivandola.

No sabía qué responderle, por lo que solo me disculpé por no haber leído antes aquellos mensajes. Ahora tenía un mensaje nuevo. Hacía unos cuarenta minutos que me había respondido.

Mi estómago da un vuelco al leer sus palabras y me siento ridículo por emocionarme con tan poco

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Mi estómago da un vuelco al leer sus palabras y me siento ridículo por emocionarme con tan poco.

Tecleo rápidamente una respuesta, con el corazón lleno de cariño y ternura, pero me arrepiento casi al instante de mandar los mensajes.

Mis manos tiemblan cuando intento borrarlos, pero es demasiado tarde, por alguna razón, Messi estaba al pendiente y ya los ha leído.

Me tiro sobre la cama, cubriendo mi rostro con la almohada restante.

—¡Aaaah! Que tonto eres. —Grito, avergonzado y siento mis mejillas arder. Menos mal no puede verme.

 Menos mal no puede verme

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❀ My Dear Sunflower ❀ 𝑀⃪𝑒⃪𝑠⃪𝑠⃪𝑐⃪ℎ⃪𝑜⃪𝑎⃪ ❀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora