capítulo 74.

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¡Estúpida tú!

Capítulo 74.

Todo mi cuerpo se pone rígido, siento que hasta la sangre se me ha congelado. Me aferro al espaldar de la silla con fuerza. Esto tiene que ser una puta mentira, un invento. Eso no puede ser verdad, ese hijo no puede ser mío porque entonces eso confirma que yo me metí con ella, no, eso no puede pasar.

—¿Qué tipo de juego es ese? —gruño.

—Si quiere puede ir al laboratorio y corroborar que los análisis son reales. La señorita se los hizo antes de que la arrestaran.

—¿Y qué pretende? —exclamo molesto—, ¿Que juguemos a la familia?

Él se incorpora y se encoge de hombros.

—No lo sé señor, imagino que hacer que el papá sepa de la existencia del bebé.

Lo escucho y parece una maldita pesadilla, se despide, pero lo ignoro y salgo primero. Ahora qué mierdas le digo a Paola, que yo también tendré un hijo con otra, no esto no puede ser. Me subo al auto y clavo la cabeza en el volante, cierro los ojos y respiro muchas veces, quiero despertar por favor. Esta pesadilla es horrible, tengo miedo, maldita sea no la quiero perder, pero ahora sí la voy a perder para siempre. Todo se fue al carajo, todo se fue a la mierda.

Niego, eso no es verdad, es una trampa más de esa víbora, enciendo el auto, estoy dispuesto a enfrentarla para que me diga la verdad, pero entonces recuerdo, el café, la comida que no puedo ni ver y todo se me vuelve a revolver. Recuerdo que eso mismo me pasó cuando Paola estaba embarazada de mi pequeño Álex, por el bebé que espera Paola no es, entonces queda, oh no, no. Mierda, rayos. No puede ser.

Golpeo el volante con todas mis fuerzas ahogando los gruñidos de frustración, esto es una maldita pesadilla. Dejo escapar mis lágrimas, no quiero contenerlas. Luego de unos minutos enciendo el auto dispuesto a enfrentarla.

Casi que no me dejan entrar, pero al final pude ingresar. Un guardia me acompaña, me lleva hasta una pequeña sala donde está esa maldita bruja, sonríe al verme, pero la miro tan fríamente que la sonrisa se le borra.

—Solo diez minutos —exclama el guardia y retrocede unos pasos.

—¡Eres una basura igual que tu hermano! —es lo primero que digo.

Su mano se estrella en mi rostro con fuerza.

—¡Cállate! —grita con la voz entrecortada.

Giro el rostro, acaricio mi mejilla y escupo.

—A mí se me borra el golpe, en cambio tú nunca podrás  borrar que eres una basura igual o peor que Juan.

—¡Maldito!

Levanta  su mano dispuesta a pegarme otra vez, pero la detengo en el aire sujetándola con fuerza, Hannah hala su mano y se queja.

»Eres una bestia —acaricia su muñeca.

La miro con tanto odio que si la mirada matara ya la hubiera cortado como el filo de una navaja.

—¡Tú eres una estúpida que arruinó su vida por alguien que no conocía realmente, tú hermano era una rata!

—No te permito que lo menciones —grita casi llorando—, la perra de tu esposa solo recibió lo que merecía por todo el daño que le causó, ella fue la causante de su muerte.

Respiro muy despacio controlando mi instinto asesino porque  la quiero estrangular con mis propias manos.

—Pobre animalito —la miro y esbozo una sonrisa falsa—, el único asesino aquí fue tu adorado hermano. Él fue el que intentó matarme…

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