P1. Capítulo 3: Reunión. Escena 1.

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Es extremadamente infrecuente ver a tantas figuras importantes reunidas. Si no me equivoco, la última vez que los Jefes de Distrito se reunieron, fue en el año 2198, cuando fue propuesto el cambio de legislación.

Aunque... Esta reunión es distinta. Cualquiera diría que es una visita al desahuciado Moros, y nada más que eso. Pero, ellos vienen a discutir un asunto que, a simple vista, parece irrelevante.

El futuro de Érebo Theos, "El profeta del mal".

Pero, ese título no debería de corresponderle, ya que él es solo un bebé que tiene unos cuantos meses.

Claro, la cosa hubiese sido distinta si Claude lograba reencarnar en aquel muchacho. Afortunadamente no ocurrió, y el balance del mundo permanecerá en paz.

Sin embargo, la tranquilidad no durará mucho, y eso es algo que no se podrá evitar...

En algún momento, todos los ataques que la Nación de la Oscuridad ha recibido, serán respondidos...

Es triste, a la Neo Terra no le queda mucho...

Intentaré dejar mis pensamientos pesimistas a un lado, aún queda tiempo.

Y ahora vamos a verlo...

La habitación de Moros es muy lujosa. Es amplia, caben bastantes personas. Los Jefes de Distrito están sentados en sillas repartidas por toda la habitación, pero todas están cerca de la cama del débil Moros.

Había muchas expresiones amargas y tristes, aunque era de esperarse.

Ahora que lo pienso... Hay pocos patrones faciales en este mundo.

Brun es la viva imagen de Afelm. La diferencia es que Brun tiene el pelo mucho más largo, incluso se lo ata con una banda.

Los restantes son más de lo mismo, son idénticos a sus ancestros.

—Me alegro de verlos nuevamente, chicos—Dijo Agovelt con una especie de sonrisa.

Neenper miró a Agovelt con una mirada algo extraña.

Hubo un silencio incómodo. Sin contar el grupito de Agovelt, Brizz y Qiliud, todos los demás se mostraban un tanto enojados, ellos no compartían lo dicho por el Jefe del Séptimo Distrito.

—Bien... Escúpelo, Hiperión—Exclamó Cenycol visiblemente disgustado.

—De acuerdo. Antes que nada, me gustaría...—Decía tímidamente Hiperión, pero fue interrumpido abruptamente por Qiliud.

—No son necesarios los prefacios, querido Hiperión. Todos hemos leído aquel nefasto libro, las introducciones sobran.

—De acuerdo, iré directamente al grano. La que se supone que iba a ser mi hija, terminó siendo un bebé con la misma apariencia que la de Khaos Daimon. No es normal que haya nacido con ojeras, y está claro que tiene aniridia, ya le han examinado.

—Es curioso. Las ecografías tienen un margen de error nulo, al menos en esta época—Dijo Qiliud sonriente.

—Sí, yo también lo sé, es por eso que sorprendió tanto. Además, Tea falleció cuando daba a luz. Eso pueden interpretarlo como quieran, pero para mí, es un aviso de la verdadera identidad de aquel bebé—Unas cuantas lágrimas empezaron a brotar desde los ojos de Hiperión. Él amaba muchísimo a su esposa, algo inusual para un Jefe de Distrito.

—No son más que burdas supersticiones. Aquel libro lo escribió Kafka Cibet, y recordemos que los Cibet no son más que unos putos corruptos, además de deshonestos. Me sorprende que Tarja haya llegado a la presidencia del Consejo Supremo... Quizá cuántos sobornos efectuó como para llegar a aquella posición—Decía Brun evidentemente enfadado. Su expresión era agria, y su ceño estaba fruncido.

Todo se trata de balance - Acto 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora