Capítulo 6. Un socio para el demonio.

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Capítulo 6. Un socio para el demonio.

Aquí estábamos, todavía vestidas con esos ridículos disfraces que ya me comenzaban a picar, en una cafetería de la ciudad, con un sexy tipo que no dejaba de sonreír ante todo lo que escuchaba de Megan.

Y las actualizo, cuando supimos el nombre del tipo sexy con aura de chico malo, quien al parecer era el mejor amigo de John, que habíamos visto en varias ocasiones pero nunca de cerca, su nombre era Edwin, él nos había convencido de que le contáramos todo sobre la carta, obviamente, también sobre nuestro plan, salimos del lugar para venir aquí, lo que no me gustaba era tener muchas miradas sobre nosotras, no todos los días veías monjas con tacones rosados y una repartidora de pizza playboy, porque déjenme decirle, el vestido era tan pequeño que parecía casi insultante y pervertido, así que Megan había comenzado a decirle todo, incluso que después de enamorarlo sería ella quien se acostaría con él, él estaba encantado, como si eso fuera la mejor cosa que hubiera escuchado en toda a su vida.

—Así que... —comencé yo cuando Megan termino de contarle — ¿Cómo supiste de la carta?

—La encontré —se alzó de hombros restándole importancia —estaba ayudándole a revisar algunas cosas antes de que saliera, cuando vi esa carta, la guarde, me pareció mejor esperar a entregársela... no me equivoque después de todo.

— ¿Por qué? —Me corregí aun sin entender su actitud con todo esto — Digo ¿Por qué estás tan interesado? Si supiera que alguien planea hacerle lo mismo a una amiga mía, lo primero que haría sería delatarlos.

—Pues —comenzó el en tono despreocupado —John ha pasado por mucho, y su idea, aunque sea un poco cruel al final, me parece que le dará algún respiro, y un polvo nunca le hace mal a nadie.

Asentí, no comprendía muy bien, pero lo que sí, era que él solo quería que su amigo dejara de preocuparse por todo, que respirara, que viviera, y lo comprendía, como ya sabían, el profesor Sanders no tenía ni una amiga con beneficios.

—entonces... —comencé yo, pero él me interrumpió rápido.

—No las delatare, tranquilas —nos dijo y tomo un poco de Coca-Cola para beber —quiero ayudarlas, eso es todo.

—No lo sé —mire a Megan —ni si quiera nos has dicho dónde está la carta.

Él nos miró y luego saco algo de su bolsillo envuelto, la dejo sobre la mesa y nos señaló con la mano el papel, dándonos el permiso de cogerlo, iba en serio, en verdad quería unirse a nuestro plan.

—Es la carta —confirmo Megan quien la había cogido —pero... lo que no me termina de cuadrar aquí es ¿Qué hacías tú en el apartamento?

La mire, ella tenía razón, no sabíamos por qué él estaba en el apartamento de John, cuando él se había ido a una reunión, ¡la reunión! Él iba a mi casa... o no, faltaba media hora para las siete, y mi casa estaba muy lejos.

—La  tutoría —dije yo de repente, Megan me miro y luego su reloj.

—Tenemos tiempo aun —se despreocupo —ahora, ¿Cómo piensas ayudarnos? Y lo más importante ¿Cómo podemos confiar en que no nos delataras cuando todo termine o antes?

—no lo hare —dijo con el mismo tono de mi amiga —quiero ayudarlas, sé que cosas le gusta a mi amigo, se cómo pueden conquistarlo, puedo ayudarlas en lo que no sepan; y no las delatare, no cuando yo ya me involucre en esto.

—pero... ¿Qué ganas tú de esto? —Le dije yo —hasta Megan ganara al acostarse con el profesor, yo su auto, ¿pero tu...?

—La satisfacción —se limitó a contestar —miren, no espero que me entiendan, pero John no ha estado muy bien últimamente, y si con esa apuesta, él puede volver a sus mismo pasos, no me importa mentirle.

Imposible quererte, profesor I ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora