1. Recordar

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- ¡Lo hicimos! -grité en medio del bar.

- Tres "hip hip hurra" por nosotras -dijo una de mis amigas. Mt. Lady, ese había decidido que sería su nombre de heroína. Teníamos que cuidar que no se sobrepasase, cuando bebe... tiende a hacerse grande, y ese era nuestro garito favorito.

- ¡Empiezo yo...! -siguió la otra. Bubble girl, la más pequeña de las tres, y la más empollona.

Intentó gritar por nosotras pero no pudo, su voz no era nada en comparación a los vítores del bar. Desde el comienzo de la noche habíamos llamado la atención del resto de bebedores, y ahora festejaban por nosotras y junto a nosotras.

No era para menos, a las patrullas ciudadanas se unían tres heroínas más, aunque, bueno... aún no teníamos ni agencia, ni contrato, ni nada... Pero eso daba igual, teníamos nuestros títulos en mano y el carnet oficial, con eso nos bastaba para formar una fiesta.

- ¡Ya era hora de conseguir chicos guapos! -soltó la rubia.

- ¿¡Mount lady!? -solté sorprendida.

Ah, sí, lo olvidaba, las tres habíamos prometido llamarnos a partir de ahora por nuestro nombre de heroína. Aunque en ocasiones suene raro.

- ¿Qué? Cómo si no lo hubieras pensado ya, con la cantidad de héroes guapos que han de haber por ahí. ¿Has visto las noticias? -empezó a caérsele la baba.

- Ya, ya lo pillo, ya -me reí. Aunque si soy sincera desde pequeña siempre me había fijado en alguien... no por algo fui la que más rechazó chicos y chicas de mis amigas, nadie era... esa persona.

«En resumen, estás hot, no borracha, pero sí hot», pensé, pero era demasiado ácido para decirlo en alto.

- ¡¿Dónde están los chicos guapos?! -se levantó de su asiento la rubia en busca de guerra.

Yo la tomé del brazo y la senté brusca.

- Hoy no, dijimos que sería nuestro día -le reprendí.

- Vaaaaale -dijo comiéndose la aceituna de su cóctel.

- Pues... Yo, resulta qué... -habló Bubble.

- Suéltalo ya.

- Me han llamado de una agencia. Empiezo la siguiente semana.

- Bubble Girl, eso es genial, ¿quién es?, ¿dónde está? -no cabía en mí de la emoción.

- ¿Está bueno? -dijo Mt. Lady.

- Es la agencia de Sir Nighteye.

- ¿El que lee el futuro? Pfff. Ya te respondo yo, no, no está bueno.

Apreté mis cejas hacia abajo para decirle a Lady que echara el freno.

- Me alegro, ¿cómo lo has conseguido? Me han dicho que es bastante complicado entrar -la animé.

- Algún trabajito... Bajo la mesa, eh.

- No, no, no - la peli azul negó con la cabeza, tanto que creo que se mareó -. No conseguí hacerle reír, pero me torturó con unas plumas y le caí simpática.

- Ah... ¡¿Eh?! -saltamos a la vez tanto Lady cómo yo.

Era corto de explicar, pero extraño, en cualquier caso, felicitamos a nuestra amiga.

- Pues yo me lo montaré por mi cuenta, ¿y tú, Yaoko? ¡Voodoo!, perdón, la manía de llamarte así en clases.

- Yo, pues.. he puesto currículums, estoy a la espera... ¡En cualquier caso, otra ronda por aquí!

Desde ese momento la noche se tornó algo difusa. Las rondas de cervezas y licores no pararon, nosotras tampoco hacíamos nada por frenarlo. Pero daba igual, nos lo merecíamos, ya éramos adultas, responsables con mucha carrera por delante.

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