¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Selena
Maia y yo bajamos de la camioneta, hace unas horas habíamos arribado en Qatar y papá nos mandó un transporte para llevarnos hacia el hospedaje de la seleccion: La universidad de Qatar.
— Primera vez que piso una universidad. - Escuché la joda de mi amiga, causandome una carcajada.
— Touche. - Reímos.
— Señorita Scaloni, su papá la está esperando adentro. - El chófer aviso.
Le agradecí y caminamos hacia los interiores de la universidad, mis ojos captaron maravillados las letras blancas y grandes que formaban la oracion: "¡Bienvenidos campeones de América!".
Un sentimiento de orgullo me abarco, papá había hecho eso posible.
— ¡Mi amor! - hablando del rey de Roma.
— ¡Papá! - grite y solte mis valijas, corriendo hacia los brazos de mi progenitor.
— Me alegra ver que llegaron bien. - Me solto y acaricio mi cabeza. - Hola, Maia. - Saludo a mi amiga.
— Que gusto verlo, señor Scaloni. - Le sonrió amable.
— Decime "Lionel", me conoces desde los 3 años, te cuide como si fueras mi hija, dale. - Rodó los ojos, sonriendo.
— Esta bien, Lionel. - Acepto y se abrazaron.
Maia es como una hija más en la familia.
— Vengan, vamos adentro. - Agarro nuestras valijas y nosotras llevamos los bolsos.
Papá nos fue diciendo que hace rato llegaron y que los chicos ya estaban entrenando.
— Esta va a ser su habitación. - La abrió y nos dejó el paso para que entremos.
El cuarto era completamente blanco, con dos camas grandes, un televisor, baño y placard, y un balcón que daba hacia las canchas de entrenamiento.
Abrí las puertas de vidrio y salí afuera, viendo a la selección Argentina entrenar a lo lejos.
— Bueno, dejen sus cosas, cambiense si quieren y bajen así les presento a los chicos. - Propuso mi papá y dio dos aplausos.
— Dale, pa. - Asentí y el sonrió, para después caminar hacia la puerta.
— Cuando terminan salen de la pieza, bajan en el ascensor y así como salen de el caminan hacia la derechas y salen directamente a las canchas. - Explicó y dicho eso salió del cuarto.
— Necesitaba una cama. - Suspiro la pelinegra, abrazando el colchón.
— Dale, boluda, acomoda las cosas y vamos abajo, necesito comer. - Pedí.
Si no comía algo en los próximos minutos, el mal humor iba a hacer presencia en mi.
— No me apures que empiezo a llorar, loca. - Rei por la boludes de mi amiga y me dedique a guardar las cosas en los cajones.