Tarde pero seguro.

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Solo bastaban unos metros más para arrimarse al hogar del cachorro, entre ambos venían bastante entretenidos en su diálogo sobre lo que era ahora el nuevo club del alfa polaco.

El más pequeño se asemejaba a una máquina de palabras, esto refiriéndose a que el pobre chico que nunca hablaba mucho con alguien y se hacía notar un poco, no dejaba de mencionar lo primero que a su mente aterrizara, una tras otra, pero para el mayor por supuesto que no le molestaba, siempre le parecía cada vez más tierno y solo respondía a sus preguntas encantado del bello ambiente que podía transformar el cachorro de un momento a otro.

Su alfa se encontraba al igual que el, atrapado en el encantador y tranquilo momento, hasta que en una pequeña corriente de brisa en la fría noche de la ciudad, se adentro por la baja ventana del auto al lado contrario del más grande, pasando por el pequeño omega hasta llegar a la cavidad de aire del alfa, la cual, inmediatamente se transportó a su cerebro las cuantas feromonas dulzonas del niño de luceros miel, logrando que aquel olor lo hiciera sentir totalmente flechado...cautivado, de inmediato su nariz se comenzaba a esforzar en descubrir el deleitable pero muy poco percibible aroma, ya que aún no dejaban de funcionar los productos naturales del pequeño, aún que ya les restaba un escaso periodo de minutos.

-Y entonces así fue como he logrado aprender a cocin-...-El chico fue interrumpido por el contrario.

-Lo siento ¿hueles eso? No se si estoy loco pero no logro saber de donde proviene..-Preguntaba despistado tratando de llegar al punto.

El omega al igual de torpe, no se había enterado sobre aquellos efectos que estaban dejando de funcionar lentamente, el tratando de ayudar al alfa se olfateaba a sí mismo y negaba pensando que no era el, ya que su olfato aún no estaba en función.

Justo antes de mencionar algo del tema, observó su hogar y la señaló con una pequeña sonrisa.-¡Señor Robert! ¡Esa es mi casa!-

El mayor volvió a la realidad acercándose a la pequeña y humilde casa que el pequeño había señalado, Pablo venía de una familia trabajadora y humilde, pronto esperaba ayudar a su familia con sus futuros millonarios ingresos en el Barça.

Una vez encontrarse justo al frente, detuvo el automóvil y miró al pequeño quien tomaba sus cositas en sus manos, como su mochila, el obsequio del mayor y demás, el omega con aún aquel leve aroma se acercó al mayor depositando un pequeño beso en su mejilla por último regalando una de sus dulces sonrisas que daban mil años de vida.

-Gracias, Señor Robert, de no ser por usted, Pedri me hubiera venido a dejar ebrio...¡Mañana será nuestro primer entrenamiento con usted, lo veré mañana entonces! ¡Adiós, Señor!-Exclamó el menor con gran brillo en sus ojos y demostrando su emoción a través de su sonrisa al saber que entrenaría junto a una estrella.

El pequeño salió del auto de manera hiperactiva, corriendo hasta la puerta de su hogar donde fue recibido rápidamente con el abrazo de una mujer quizás unos diez años mayor que el alfa y seguido de eso cerraron la puerta.

De la otra perspectiva, teníamos al hombre de ojos azulados en un estado de detención tiempo después de que su áspera piel recibiera el suave ósculo en su mejilla, en ese momento, su casta fácilmente percibió el exquisito olor dulce por primera vez, un omega puro.

Los pocos segundos en los que obtuvo la oportunidad de tener sus feromonas entrando en su cuerpo por la cercanía, logró percibir dulzura, bondad, fragilidad, sumisión, eran cuatro cosas del montón que logró rescatar en sus recuerdos ya que ahora lo único que había quedado en su auto, era el deleitable yogurt y melocotón, fruta que el polaco aún desconocía, ni siquiera era capaz de saber si se trataba de alguna fruta, pero sabía muy bien ahora que posiblemente era deliciosa...

TOMARÉ EL RIESGO -Lewandowski + Gavi-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora