2. Comienzan los secretos.

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Madrid, España.

Bien, pongámonos al día, mi vuelo aterrizó hace unas dos horas, por lo que ahora me encuentro en una cafetería llamada ''Juice'' o algo así, no me fijé mucho. Como bien saben me encuentro en la ciudad de los LeBlanc, así que hablemos un poco de esta familia. Ya les dije que son especiales, y me temo que todavía no les puedo contar por qué, pero sí les puedo dar datos random de los tres hermanitos, empecemos por la menor, ¿sí?

Avril LeBlanc, tiene actualmente 18 y según ha averiguado Hell, mi hermano, se encuentra finalizando su último año de preparatoria en una de las mejores escuelas de Madrid. Es rubia, pero gracias a todos los dioses no es la típica chica que se cree Miss Universo, ella es más tranquila, pero no deja de tener ese toque alocado que la hace divertida, tiene muy pocos amigos, pero son de su total confianza, y a veces le cuesta aceptar cambios.

En cuanto a los otros dos, no sabría decirles mucho. Solíamos creer que nos conocíamos de pies a cabeza, pero el tiempo pasó, así que es mejor dejarlos para cuando los encontremos, sus personalidades son muy versátiles, por lo que realmente no sé cómo deben ser ahora. Quizás no han cambiado nada, o quizás han cambiado demasiado y ni siquiera se acuerdan de mí. No lo sé, el punto es que cada vez falta menos para descubrirlo.

—¿Me estás escuchando?— la voz de mi hermano me saca de mis pensamientos.

—No, lo siento— digo distraída—. ¿Qué decías?

La verdad es que me ha costado mucho seguirle la conversación desde que nos sentamos aquí. Mi mente no ha dejado de dar vueltas sobre cómo reaccionarán todos y sobre cómo acercarme a mi hermana sin que me rechace en el intento, y por primera vez en mi vida, no tengo ni puta idea.

Hell suspira, pero comienza a hablar.

—Te comentaba que quizás deberías conseguir un empleo mientras te admiten en la Universidad para no levantar sospechas.

Ah sí, eso. Hell consiguió que el director de la Universidad en la que estudia nuestra otra hermana, quien aún no sabe de nuestra existencia, me aceptara como profesora de idiomas, pero lamentablemente tengo que esperar al próximo semestre.

—Sí, no te preocupes, algo encontraré.

—No suenas muy segura y sabes que no pueden haber fallos.

—Créeme, lo tengo clarinete como dirías tú.

Hell asiente no muy convencido, pero tampoco intenta presionar más, cosa que le agradezco muchísimo.

Me permito quedarme un par de segundos mirando a mi hermano y suspiro. Él es el típico rompecorazones que toda chica quiere, y no es para menos. Tiene un abundante cabello rojizo, y unos ojos casi verdes, la verdad es que le cambian de acuerdo a la estación del año, a veces azules, a veces verdes, otras casi grises.

Es mucho más alto que cualquier chico de su edad y su cuerpo intimida bastante bien, tiene cada músculo realmente definido. Es la envidia de muchos chicos, siempre ha sido así, y en cuanto a su personalidad es más atractivo. Tiene esa aura misteriosa que mantiene a las personas enganchadas, y un sentido del humor que te hace querer ser la que provoque su sonrisa.

Desde que pasó aquello, Hell ha sido mi mayor apoyo, nunca me ha dejado sola e incluso decidió unirse a este estúpido legado poco después de llegar a Italia. Desearía haber sido una mejor hermana para los dos, haber podido tomar otra decisión, haber elegido una vida totalmente diferente, pero no puedo cambiar el pasado y por eso estoy aquí, para remediar el futuro.

Me aclaro la garganta y decido preguntar algo trivial para romper el silencio incómodo.

—¿Qué tal va tu último año de Uni?

Amor Imprudente (Blame II) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora