Curse of the Golden Dragon

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Esto fue lo único que pude escribir para la TartaLi Fantasy Week de este año y aún así me siento orgulloso de haberlo logrado

Corresponde al prompt del Día 5: Folclore Local (Y un poco del Día 4 con DragonLi)

Solo para dejar en claro (en caso de): Sí, mitos, leyendas y cuentos forman parte de la definición de folclore (hasta donde sé, pero bueno, si me equivoqué al menos tómenlo como un OS más (?))

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En Morepesok existía un viejo mito: En la más alta montaña del pueblo había una antigua mansión abandonada. Aquella mansión tenía invaluables objetos, gemas preciosas y grandes tesoros esperando por aquel valiente hombre o mujer que fuese a reclamarlos. Pero, obtener los tesoros no suponía una misión sencilla, pues no solo el terreno parecía estar lleno de trampas naturales como la presencia de monstruos que se anidaron ahí, sino que también se rumoraba que aquella mansión era custodiada por un gran dragón dorado. Muchos decían que la presencia del dragón en ese lugar significaba de un mayor tesoro, uno tan magnifico como para cumplir el sueño de quién se atrevía a pasar al guardián del sitio.

Este mito solía ser escuchados por bocas de muchos de los pueblerinos de Morepesok, agarrando tanta fama que llegó hasta los oídos del gremio de aventureros de la Gran Capital de Snezhnaya.

Sin embargo, en Morepesok lo contaban también como un simple cuento para niños, porqué dentro de él había una advertencia: Quién se atrevía a ir a la montaña en busca del gran tesoro tras el dragón dorado, jamás regresaría. Lo que los adultos los contaba para enseñarle a los niños sobre el peligro más allá de los bosques de Morepesok, más lo que no se contaba es que había algo de verdad en esas enseñanzas. Soldados de la nación, aventureros del gremio o independientes, gente desesperada por obtener fama y dinero, incluso personas de las otras grandes naciones habían ido a la montaña a desmentir ese mito o reclamar el gran tesoro.

Y así, yendo en solitario o en grandes grupos, ninguno de ellos volvió aparecer a los pies de la montaña.

Por ello, la gente de Morepesok empezó a contar aquel mito como un cuento de niños con una importante lección, al mismo tiempo, como una advertencia para los más intrépidos. Pasando de generación, años tras años, de familia en familia. Sus tatarabuelos lo contaron a sus bisabuelos, sus bisabuelos a sus abuelos, sus abuelos a sus padres, y sus padres a un pequeño e impresionable Ajax, que se devoraba el cuento una y otra vez con enorme entusiasmo.

Lo que sus padres no tomaron en cuenta, es que en vez de que su tercer hijo entendiera la importancia de no acercarse a la montaña, así como sucedió con sus primeros dos hijos, este se fascinaría tanto que juraría ser el primero en no solo volver con el gran tesoro sino derrotar en un combate al dragón dorado. Ellos creyeron que Ajax lo olvidaría con el tiempo, y que tomaría la vocación familiar: La de ser pescadores.

No tomaron en cuenta la gran sed, ambición y deseo de Ajax de probarse a sí mismo, no solo eso, sino de volverse el mejor aventurero de todos, deseando volverse el onceavo gran aventurero al servicio de Su Majestad, La Zarina e ir a incontables aventuras alrededor de Teyvat.

No contaban que su pequeño tercer hijo tomaría muy a pecho aquel tonto cuento que solo lo decía para asustar a los niños.

No contaban que, al crecer, se atrevería a ir con todo a enfrentar al gran dragón dorado en aquella mansión abandonada.

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Después de ver el mapa un par de veces, Ajax sonrió con amplitud. Frente a él estaba el muro que rodeaba a la imponente mansión. El muro a pesar de verse agrietado, siendo que entre cada grieta una hiedra trepadora crecía hasta cubrirlo, no parecía que ni el viento invernal más fuerte lo echaría para abajo. Ajax tomaba eso como una buena ventaja, enrollando el mapa para meterlo en su bolso, comenzó a trepar usando las ramas como soporte. A pesar de verse secas, soportaban bastante bien su peso. Sus pies hicieron poco sonido gracias a la fina capa de nieve al dejarse caer hacía el otro lado, repasó su mirada por el sitio aprovechándose de la luz de la luna. Parecía que se encontraba en alguna especie de patio, podía ver varios arbustos, árboles sin sus hojas, un estaque con un puente curvado sobre este.

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