Capítulo 224

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- Vete de aquí, Sebastián.

Exijo.

• No.

Me recorre con la mirada, analizándome, lo que me hace temer y a la par sentir asco. Creía conocerle, pero ya no sé qué esperar de él.

• Te han sentado bien los años.

Tiro de las correas de mis niñas dispuesta a volver a casa y alejarme de él.

• Estas muy guapa.

Comenta en tono conciliador.

• Siempre lo has sido.

- ¿Qué pasa, te falló tu espía y ahora te piensas que haciéndome la pelota seré yo la que te dé la información que buscas?

Espeto llena de rabia.

• ¿Tenemos un hijo?

No se va con rodeos.

- Igual si me hacías esta pregunta hace seis meses en vez de mandar a Mateo a investigarme te contestaba, pero ahora no pienso decírtelo.

Me armo de valor y sigo mi camino, pero siento su mano tirar de mi brazo con fuerza.

- ¿Vas a pegarme?

Me enfrento a él, aterrada, pero sin demostrarlo. Danka se apega a mí, dispuesta a atacar si hace falta.

• No.

Me suelta.

• Soy yo. Me conoces perfectamente y sabes que jamas podría lastimarte.

Me río irónica. Cambió demasiado o nunca llegué a saber quién era.

• Necesito que me digas que fue de ese bebé del que me escribiste hace diez años, Malú.

Suspira.

• Por favor...

- Tendrás que contratar a alguien que haga mejor su trabajo.

Sentencio llena de rencor.

- Porque si lo que querías era hacerme daño, igual lo has conseguido.

Admito fingiendo una fortaleza que no poseo.

- Porque tu amigo podrá haberme llevado a la cama, pero no descubrir la verdad.

No pienso admitir que me enamoré de él. Puede que por su culpa ahora mismo Sebastián conozca muchos de mis secretos, pero este no.

• Nunca contesté a tus cartas porque te quería demasiado.

Se victimiza acortando la enorme distancia que mantenemos, apelando a los recuerdos, pero mi vagabundi ladra amenazante, devolviéndole a su sitio.

• Mis padres tenían todo para joderte la carrera.

- No me interesa escucharte, cabrón.

Le corto.

• ¿Tuviste a nuestro hijo?

Obedece, volviendo a preguntarme.

- No te lo voy a decir, pero si quieres te mando otra carta, con el número de un detective más profesional que el tuyo.

• Eres una niñata caprichosa.

Tendrá valor. Danka vuelve a ladrar.

• Lo voy a averiguar.

Promete.

• Y como esa criatura esté viva, te juro que jamas la volverás a ver.

Amenaza. Su voz tajante produce que vuelva a temblar, y haciendo caso por fin a mi pedido, se da la vuelta para marcharse, dejándome con el miedo arraigado en el pecho.

- Volvamos a casa, chicas.

Apuro nuestros pasos cogiendo a las más pequeñitas que no dejan de juguetear con unas ramas. Danka no se separa de mi, protegiéndome de él hasta que llegamos a casa, donde recupero un poco la calma al encontrarme en mi refugio, pero sin conseguir que se me vaya el mal cuerpo que me ha dejado el encuentro con Sebastián.

Todos los secretos (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora