★ Hua Cheng ★
Soy un universitario promedio que se dedica a estudiar arte en una de las escuelas más prestigiosas de China. Mi interés en esta rama fue innato desde que tengo memoria, siempre explorando, siempre aprendiendo por mi cuenta hasta que logré entrar en ese deseado campus.
No tengo familia biológica, mi madre murió cuando era muy pequeño y escapé de casa cuando mi padre enloqueció por ello. Así que viví mucho tiempo en las calles hasta que fui adoptado por un hombre agradable que siempre me enseñó a diferenciar del bien y el mal. Zhuzhi era una persona calmada y con mucho por enseñar, así que no me faltó nada en cuanto a desarrollo y curiosidad, por lo que a temprana edad pude comenzar a trabajar y ahorrar para lograr mi sueño, pues mis habilidades iban en aumento.
Todo iba perfectamente, tenía notas sobresalientes, era una persona carismática a la que todos saludaban, tenía al novio perfecto y todo parecía ir en paz.
Pero todo cambió una mañana en la que Xie Lian, mi pareja, me dijo que llegaría del extranjero un familiar que era cercano a él en la infancia, pero que se habían alejado demasiado y ahora no sabía cómo comportarse con él. Me ofrecí a acompañarlo para darle fuerza, pero mi mente se vio rebasada por esos ojos esmeralda que me observaban como si me desnudaran el alma.
Sus modales eran terribles e inmediatamente puso cara de asco al verme, yo hice lo mismo a pesar de su gran parecido con mi novio, pero había algo en esa mirada que me atraía peligrosamente y no sabía que era.
Qi Rong, así se llama ese chico, se quedó a vivir con Xie Lian en su apartamento, pero lo que nadie sabe es que también se alojó en mis sueños.
Diariamente, sueño con un lugar extraño, lleno de personas que no identifico pero que tienen rasgos peculiares, me impacientan y me gritan "Chengzhu" como si alabaran mi sola presencia. Mis ropajes son túnicas antiguas del color del arce y por alguna razón no veo con uno de mis ojos, pero eso no disminuye mi paso elegante y mi fastidio reflejado en el rostro.
Llego a una mansión enorme que se siente como un hogar, pues sé que alguien me espera. En cuanto cierro la puerta detrás de mi, el silencio reina en el lugar, pero en vez de calmarme, pareciera que me urge caminar hacia una habitación en específico.
Acelero el ritmo entre pasillos enormes y adornos increíbles, pero por alguna razón no observo nada a mi alrededor, solo siento unas ansias impresionantes de llegar a mi destino y siempre me veo frente a una puerta finamente adornada con matices dorados.
Extiendo mi mano temblorosa hacia el picaporte y lo giro a la par que mi otra mano acomoda mi cabello largo y negro como la noche. Abro la puerta y siento que me voy a volver loco de felicidad al ver una figura recostada boca abajo en mi cama.
Esa risa que me recibe es traviesa y sarcástica, hace que mi interior se estremezca como nunca y solo escucho esa voz burlona que me arranca el aliento haciéndome despertar siempre de mi letargo:
— Hua Cheng, como siempre volviendo tarde a casa.
★ Qi Rong ★
Mis padres siempre fueron un problema para mí, peleando inalcanzablemente mientras yo intentaba soportarlos. Mi madre siempre me protegió de la violencia absoluta de mi progenitor, lo que avivaba mi rencor hacia él.
Ese último fatídico día, aquel hombre que se decía jefe de nuestra familia, llegó ebrio y drogado, tomó a mi madre por el cabello y la tiró por las escaleras ante mi cara de horror por no poder detenerlo y sólo ver cómo los ojos de mi madre se iban quedando sin vida.
Recuerdo que fue la última vez que lloré, pues al día siguiente me adelanté a él tomando su arma y le disparé hasta que el cartucho se quedó vacío. Fui a juicio, me hicieron todo tipo de pruebas, hasta que al final habían dicho que fue en defensa propia, pero que había quedado loco.
Si, todos siempre me decían así desde que era un niño, excepto mi querido primo. Él siempre me había protegido pero nos separamos cuando decidió irse a una ciudad de ricos donde yo no encajaba y me había dado la espalda cuando le pedí que me ayudara a huir.
Xie Lian siempre dijo que era por mi bien, pero yo le guardé cierto rencor. Por vueltas que da la vida me tocó volver a este maldito país después de que mis tíos me habían enviado lejos, pero no tenía dónde quedarme y me tocó llegar a la ciudad que aborrecí por tanto tiempo y con el primo que me causaba cierta desconfianza, aún así, estaba feliz por verlo.
Sin embargo, bajando del avión y yendo a la sala de espera, noté que venía con alguien más, un chico alto de cabello negro y mirada enigmática. No sé por qué me quedé sin aliento al verlo y sentí una punzada de odio por Xie Lian cuando lo presentó como su novio.
Su mirada y la mía se cruzaron una y otra vez, el azabache era jodidamente atractivo, pero nunca me habían llamado la atención los hombres, de hecho nadie. Pero en ese pequeño espacio donde conviví con él mas por fuerza que por ganas, no pude evitar intercambiar miradas y al final una sonrisa que casi me saca de mis estribos.
Me quedé en el apartamento lujoso de mi primo, una vista increíble de la ciudad pues vivía en un penthouse, pero entre el bullicio de las calles que se alcanzaban a ver desde el ventanal, mi mente volaba muy lejos.
Veía en mi imaginación un sitio lleno de caos y risas, seres extraños que iban por ahí gritando apuestas y venta de productos raros. Era como si caminara entre ellos con un aire de suficiencia que los incomodaba, pero yo me mantenía con la sonrisa firme llamándome venerable a mí mismo ante las miradas curiosas y furiosas de todos.
Pero lo que me exaltó hasta salir de mi ensoñación fue sentir cómo unas manos grandes con finos dedos rodeaban mi cintura desde atrás, escuché una sonrisa traviesa cerca de mi oído mientras me susurraba:
— Parece que mi venerable disfruta restregarles a todos su poder aquí.
★ El comienzo del presente... ★
Era una mañana cualquiera, como siempre Hua Cheng había preparado el almuerzo para Xie Lian y pasaría por él en su automóvil rojo como cada día. Estudiaban en el mismo campus aunque su novio estudiaba Historia y Lenguas Antiguas, por lo que era fácil disfrutar el tiempo juntos durante el trayecto hasta poder verse en la hora del receso.
Había llegado a las siete en punto como siempre, pero algo raro estaba pasando. Cuando bajó del auto, se encontró con el primo incómodo de su pareja jugando con unas ramas de árbol hasta que las rompió y buscó con la mirada al castaño pero no lo encontró.
— ¿Dónde está Xie Lian?
Hua Cheng no sabía porqué se había inquietado por estar a solas con ese chico tan extravagante, por lo que tragó saliva con dificultad.
— Mi primo ya baja, olvidó un libro. Por cierto, se dice buenos días, aunque el maleducado aquí soy yo, modelito de cuarta.
Qi Rong pasó al lado del azabache apenas rozando sus brazos por una fracción de segundo, pero los dos se quedaron estáticos ante las emociones que los golpearon en ese momento.
Ambos estaban intentando procesar en sus propias cabezas qué había pasado, cuando se escuchó una voz tranquila que provenía de atrás.
— ¡San Lang! Perdóname, había olvidado algo, ¿nos vamos?
El castaño se había acercado a su pareja para darle un beso tierno que fue respondido distraídamente, mientras que unos ojos esmeralda se posaban en la escena y la boca en ese mismo rostro maldijo por lo bajo metiéndose al auto azotando la puerta.
— Parece que tu primo no tiene modales, Gege...
Una sonrisa había aparecido en la cara del azabache mientras le abría la puerta a Xie Lian para que subiera. Él se pasó a la puerta del conductor para subirse e ir a la facultad, pero antes de eso por su mente cruzó un pensamiento rápido.
"¿Celoso, mi venerable?"
Se quedó pasmado con esas palabras en su mente, estaba sosteniendo con fuerza la manija de la puerta preguntándose qué había sido eso, pero solo la voz de su pareja pidiéndole que subiera lo había sacado de su confusión para subir y arrancar directo a su destino.
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HuaRong. Amor y Odio, una espiral de locura
FanfictionDesde que Hua Cheng y Qi Rong se habían conocido sus caminos se entrelazaron llenos de rencores y odio. Al volverse fantasmas la pelea no cesaba, ambos teniendo en común al Príncipe Heredero de Xian Le: El carmesí adorándolo y el verde sobajándolo. ...