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Enzo.

El parque no era de sus lugares favoritos. Pero era eso o su casa con los rompe bolas de sus hermanos.

El parque ganaba por mucho.

Sonrío levemente al ver que para su criterio, no habia nadie juzgandole por su apariencia hoy. El día anterior tuvo que salir de apuro sólo porque había olvidado del cumpleaños de Martínez y Romero no habia sido culo de avisarle. y al final le habían pasado mal la data ya que resultó que no era ayer, sino hoy. Su denigración social no había valido nada.

Se rió de sí mismo.

Cuando terminó de reírse, notó como un nenito lo miraba, llevaba un helado y no podía rebasar los diez años. Enzo le iba a decir algo, pero el chico salió corriendo.

«Bueno, gracias...» pensó.

Siguió al infante con su mirada café hasta que chocó con alguien, derramando su helado en la camiseta negra del contrario. Era un joven vestido de forma algo elegante. El pibito lucía asustado y Enzo pensó que sería golpeado por el chabón.

Contrario a los pensamientos del castaño, aquel chico con leve acne tomó la mano del nene, y lo llevó donde el heladero. Le compró otro postre frío. Más grande.

—Yo sí le hubiese metido un correctivo...—susurró, haciendo que la vieja sentada a un costado de él, se alejara.

Julian.

Con su camiseta manchada y sin guita encima, no tuvo nada más que hacer que sentarse (ni si quiera en un banco, en el pasto) y observar el lugar. Analizó a las personas que estaban ahí; uno era el nene con quien había chocado y ahora estaba muy feliz sentadito comiendo su nuevo helado, suspiró, otra era una nena jugando a la pelota, sola. Juli quiso jugar con ella, pero estaba seguro que la madre de la nena lo tacharía de pedófilo.

Julian pensaba que esa palabra era horrible.

Desplazó su mirar hacia el otro lado del parque, donde estaba un chico en un banco, solo también. Alvarez pensó que lo había visto antes. Achicó los ojos para ver bien la vestimenta del chico, llevaba pantalones blancos al cuerpo, una remera negra y zapatillas del mismo color con unos detalles en blanco. Pensó que era muy normal, y después vio el estampado de la reme.

"mi madrina que me quiere mucho me trajo está remera de pinamar".

Julián rió y el chico le miró, al parecer su risa fue más fuerte de lo que pensó.

Le sonrió y él castaño le sacó la lengua.

Y recordó donde lo había visto.

«¡Ah! ¡es el pibe que tiene la pija negra, o algo así!»

Enzo.

«¿Che que onda aquél ezquizofrenico, se esta riendo de mí?»

TU TURRITO ━━ ENZULIAN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora