17. Cartas y señales

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Olivia

Se quedó observando aquellas niñas pequeñas que estaban abrazando a Davies. Si lo pensaba bien, tenía coherencia que fuesen sus hijas. Se parecían, el cabello rubio, los ojos claros...

Pero una de ellas tenía los ojos verdes, y la otra niña los tenía azules. Lo asimiló y... sí, estaba segura de que era cierto.

Una de ellas llevaba un vestido gris con un túl debajo, esa era la niña de ojos verdes. Y la otra tenía un vestido rosa, igual al de su hermana.

-Guau- fue lo único que pudo decir.

-Son lindas, ¿verdad?- sonrió Davies, observando a sus pequeñas hijas.

-Lo son- Olivia se acuclilló frente a las niñas y les sonrió, tenían manchas de pintura en las mejillas, brazos y piernas.

Davies también se dio cuenta y soltó una carcajada.

-Comparten el mismo talento que su padre- bromeó.

Las niñas se despegaron de él y se acercaron a unos caballetes de madera pequeños que había sobre la alfombra de la sala de estar, comenzaron a pintar con una paleta de pinturas.

Jaiden, que había ido con Mae a la cocina, volvió con unos platos y una tarta de chocolate bastante grande.

-Ya quiero probarla- le dijo a Mae y esta sacudió la cabeza.

-Recién has llegado, tranquilo- dijo ella entre risas. Dejaron todo sobre la mesa y Mae comenzó a cortar trozos de pastel.

Jaiden tomó asiento y le indicó a Olivia que hiciera lo mismo. Ella se sentó a su lado y observó la casa en silencio.

-Edward, te has manchado de pintura, ve a lavarte las manos- le dijo Mae sin mirarlo.

Él asintió.

-Sí, señora.

Davies desapareció por una puerta de la cocina.

-Ten- Mae le ofreció a Olivia un plato con pastel. Ella le sonrió amablemente y lo tomó.

-Gracias.

-No hay de qué agradecer, Olivia- Mae le devolvió la sonrisa y le dio un plato a Jaiden-. Toma, pesado.

Él lo aceptó, muy feliz y comenzó a devorarlo.

-¿Por qué le dicen Edward a Davies? ¿Es su nombre?- le preguntó Olivia a Jaiden.

-Así es, en La Escuela Tormenta hay un niño de unos tres años, no sé si has llegado a verlo, puede convertirse en animales, en fin, el caso es que le pusieron el mismo nombre que Davies- respondió.

-¿Puede... convertirse en animales?- preguntó ella, impactada.

-Sí, el otro día era un cachorro- se encogió de hombros.

Olivia lo recordó, el cachorro que estaba con Kane.

-¿Y de quién es hijo?- preguntó nuevamente.

-No tiene padres, la gente así nace a cada veinte años, en un eclipse lunar- respondió. Ella abrió grande los ojos.

-Tu vida cada vez me sorprende más.

-En este caso no es mi vida.

Davies regresó y se frotó las palmas de las manos, luego cortó un trozo de pastel y comenzó a comerlo, mientras vigilaba a sus hijas.

-¿Cómo se llaman?- quiso saber Olivia.

-Hazel es aquella- Mae señaló la niña del vestido gris, que estaba observando el pincel manchado de azul en las puntas-. Y ella es Maya.

El Legado Del Lobo (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora