Capítulo 14. C. Kiraman

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En el submundo, Vi trataba de crear un paraíso capaz de servir como fuerte y como escondite, como hogar y como refugio, hacer de un minúsculo punto de las calles negras un lugar para vivir para ella y para Caitlyn. Había descubierto una vieja y pequeña fábrica de calzado, ya abandonada mucho tiempo atrás cuando Vander dirigía su revolución, no estaba muy alejada de los distritos principales de Zaun y pasaba desapercibida entre las grandes naves que había alrededor. Era poco más que una nave de una sola planta, no había tabiques en su interior, algunas columnas y un par de ventanas sucias para la calle, dentro no quedaba nada, nada que no estuviera anclado al suelo pero, mirándolo por el lado positivo, se ahorraba el trabajo de tener que sacar muebles viejos y destrozados para la calle. La otra ventaja que tenía este lugar es que contaba con un sótano con salida a la calle por detrás, lo que la hacía perfecta para una huida rápida.

Durante unas cuantas horas al día Vi se dedica a acondicionar el espacio, conseguir algunos mínimos muebles imprescindibles, limpia las ventanas, refuerza las puertas y pone especial atención a la parte trasera, ocultando con contenedores y desperdicios aquella salida de tal manera que no fuera evidente. Cuando se cansaba o consideraba que ya estaba lo suficientemente sucia ya que todo aquello estaba plagado de polvo y residuos de las tuberías de las fábricas cercanas, la matona se dirigía a su residencia temporal, el sótano de La Última Gota que, una vez que la policía hubo sacado a los muertos y ya no tenían interés en permanecer el el distrito subterráneo más tiempo del estrictamente necesario, quedó nuevamente abandonado y acordonado, por lo que era el lugar idóneo para quedarse hasta que su futuro hogar estuviera un poco más habitable. Además allí podía recibir la esperada nota de Caitlyn en la que le diría cuando saldría de Piltover, gracias al sistema de comunicación por los cilindros a presión, la agente podría enviar una carta desde la comisaría hasta el bar, tal y como la detective Grayson se comunicaba con Vander tanto tiempo atrás.

Y así iban pasando los días y las horas, observando el final de aquel tubo de vidrio hasta que escupiera el cilindro que tanto necesitaba para acallar las incesantes dudas que burbujeaban en su cabeza.

"¿Y si no viene?"

"¿Y si se ha arrepentido?"

"¿Y si la han detenido por que no se han creído su historia?"

"¿Y si el shimmer no la ha curado y está sufriendo en el hospital?"

"¿Y si...?"

El molesto runrun de su cabeza se acalló de golpe cuando un sonido de extracción de aire llenó la silenciosa planta del bar, a continuación un siseo y luego un golpe seco de algo de metal cayendo sobre otra placa del mismo material. Vi levantó la vista y tiró la silla donde estaba sentada debido al arranque de energía que la impulsó hasta el receptáculo. Allí estaba el cilindro con un papel cuidadosamente enrollado dentro. Con las manos temblorosas abrió la capsula y la invadió ese característico aroma de Piltover, olor a limpio, a perfumes y a cosas nuevas.

"Esta noche, en el puente. No habrá vigilancia. C. Kiraman"

A Vi le dio un vuelco el corazón; no esperaba que el momento llegara tan pronto, pero una sonrisa estúpida y emocionada se le dibujó en el rostro, plena de felicidad. Por fin su vida comenzaba, la vida que de verdad quería, con la persona que quería. Nada podía estropearlo.

Salvo una casa mugrienta, pero eso tenía solución.

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-¿Qué es lo que me están proponiendo exactamente?- insiste Caitlyn, removiendo con cierto aire de incredulidad el té que tenía entre las manos.

Frente a ella en el gran despacho de quien había sido el Sheriff de Piltover, Jayce y Mel se miraron entre sí con un gesto cómplice e intercambiaron una mirada con la también presente Cassandra Kiraman, que estaba sentada en una butaca cerca de la ventana, como si estuviera aparte de la conversación, pensando en sus cosas, pero en realidad también estaba muy pendiente de ésta.

Arcane. Más allá del deber.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora